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Jerez

Respetado y querido

Siempre, y lo sé porque lo viví, tenía la palabra justa en el momento oportuno para restablecer la calma cuando se presagiaba tempestad

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  • Miguel Rubio Caballero. -

Desde que exhaló su último suspiro a las 19.15 horas del pasado viernes mucho, y bueno, se ha escrito de Miguel Rubio Caballero que se sabía respetado y querido al mismo tiempo. Docente de profesión y periodista por vocación supo compaginar ambas facetas, junto a su afición filatélica, desde la prudencia para saber conciliar borrascas y apaciguarlas para que se quedasen en simples y anecdóticos chubascos. Dirigió con mano firme, que no de hierro, durante muchos años el Colegio Sagrada Familia, desde una dirección a la que llegó mediante oposición, y sorteó las dificultades que presentaban sus compañeros profesores, los alumnos o los padres. Siempre, y lo sé no porque me lo hayan contado sino porque lo viví, tenía la palabra justa en el momento oportuno para restablecer la calma cuando se presagiaba tempestad. En el periodismo supo hacer de su ironía, de su fino humor, el caldo de cultivo perfecto para esperar, en cualquier rueda de prensa, sus preguntas que, en ocasiones, servían para romper el hielo ante interrogantes incómodas o respuestas poco acertadas.

Mientras daba clases en La Línea, tras salir de su Villacarrillo natal, se enamoró de la Balona, aquella donde jugaba el ex madridista Tejada, y comenzó a escribir en el periódico Área y fue corresponsal de La Voz del Sur de Jerez donde pudo aterrizar en la redacción, tras su traslado a nuestra ciudad, de no ser por su honestidad, por su enorme humanidad y por ser un cristiano que vivía como tal lo que le hizo cumplir el segundo mandamiento de "amar al prójimo a tí mismo" porque, de haber aceptado, un profesional hubiese tenido que dar un paso al lado. Es algo que saben muy pocos,  que ocurrió a comienzos de los 70 y que un día, con un café de por medio, me lo contó en el transcurso de esas conversaciones en las que tanto aprendí y en las que mucho me aconsejó, profesional y personalmente. Trabajó en ABC, en aquella delegación que tenía como director a Montero Galvache y donde estaban, entre otros, Jerónimo Roldán y Carlos Vergara, fue corresponsal durante décadas de Efe, colaboró en la Ser, en los inicios de Antena 3, en Radio Popular, en Diario de Jerez y desde mediados de los 90 en Publicaciones del Sur, en Información Jerez, en Deportes y haciendo una sección de filatelia, hasta que sus hijos, ya mirando hacia los 90, le impidieron conducir.

Prudente, educado, de formas austeras, amigo de sus amigos, apasionado de los crucigramas y de los sellos, aficionado del fútbol, padre ejemplar y marido que se miraba en su mujer, para quien siempre, a pesar de que se fue hace 30 años, tenía a diario un recuerdo. Miguel Rubio Caballero, el de unos apellidos con una mentira porque no era rubio pero sí caballero, se ha ido sin dar ruido, como fue su vida, una vida ejemplar de un ser único.

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