Parece que fue hace un puñado de días cuando estábamos frente al televisor comiendo las uvas con las clásicas campanadas y apenas en un pestañeo ya estamos en el mes de febrero. ¿No tienes la sensación de que el tiempo pasa cada vez más rápido? En principio es algo que desafía toda lógica, el tiempo es el tiempo. Una hora dura 60 minutos siempre, pero ¡hace ya dos años que convivimos con la pandemia!
Tras este fenómeno existe una explicación científica que se adapta perfectamente a estos tiempos que vivimos tan azorados. En un estudio publicado en la Ammons Scientific hace casi siete años, los investigadores preguntaron a los voluntarios cuán rápido sentían que el tiempo estaba pasando, desde “muy rápido” a “muy lento”. Asimismo, les pidieron que calificasen la precisión con que sentían que estaban describiendo ese paso del tiempo. Y la cuestión es que, resumiendo, hallaron que la mayoría de los voluntarios del estudio que describían que el tiempo pasaba muy rápido era porque tenían mucho que hacer pero no demasiado tiempo para completarlo. Los investigadores lo bautizaron como “presión temporal” y va de la mano del estrés. No es la primera teoría que apunta a este factor. Así, cuando más estresados estamos, es menos probable que estemos centrados y enfocados en vivir el momento presente, simplemente intentamos que los días pasen lo antes posible. Y cuando lo hacemos, no tenemos el tiempo necesario ni la capacidad para ser más conscientes de lo que nos rodea y construir recuerdos detallados en nuestra memoria. Nuestra percepción del tiempo, por tanto, parece volar.
Y es que cuanto más mayores somos, la vida parece repetirse en una aburrida rutina. Los días son muy iguales, al contrario que cuando somos niños, en lo que gran parte del mundo nos parece una novedad. El psicólogo William James, en sus 'Principios de Psicología', explica que, comparado con la infancia, un adulto tiene menos experiencias y además menos memorables. A menudo medimos el tiempo según las “primeras veces”: nuestro primer día de escuela, nuestro primer beso, nuestra primera casa, nuestro primer hijo... cuando se nos acaban los “primeros”, James afirma que “los días y las semanas se suavizan, los años se vuelven más huecos y sin sentido”.
LOS TIEMPOS DEL COVID
Todo esto encaja con los últimos dos años. Aunque la pandemia se nos está haciendo eterna, echando la vista atrás parece sorprender que ya hayan pasado dos años desde que se detectó oficialmente el primer caso en España. Y es que, tal y como indican los estudios mencionados anteriormente, en estos dos últimos años se dan todas las causas. Primero, estamos deseando que el tiempo pase lo más rápido posible a la espera de que desaparezca de nuestras vidas ya de una vez el maldito Covid. También, los días son más rutinarios, casi nada parece cambiar en esta burbuja temporal que estamos experimentando y tercero, como apunta el estudio de la Ammons Scientific, con el Covid experimentamos más estrés y, por ende, una mayor presión temporal. No queremos estar enfocados en el presente, sino deseando que llegue el futuro. Y es que, en definitiva, como dijo Einstein, el tiempo es relativo.