Es una expresión poco utilizada en la actualidad, pero si nos retrotraemos a nuestros padres o abuelos, se empleaba con más frecuencia para referirse a una posición poco definida, concreta o definitiva. Hay todavía gente que deja demasiado espacio a la ambigüedad o nos relata lo que ocurre de una forma vaga, o también poco comprometida.
Son todo lo contrario de aquellas otras, que están seguras de lo que dicen, y podemos decir sin temor a equivocarnos que sabemos algo de buena tinta, o de los que se esfuerzan en todo lo que hacen y pueden afirmar con orgullo que sudan la tinta gorda y saben lo que cuesta lograr los objetivos que nos proponemos.
Hay quienes siempre están conectados a la realidad y otros que permanentemente son oyentes, y están a verlas venir, como si no fuera con ellos. Desconectarse de vez en cuando es un ejercicio saludable y relajante, hacerlo como medio y sentido de vida nos sitúa fuera de la realidad, y al principio y el final estamos sin estar.
No podemos tener siempre todo aquello que deseamos, ni asumir la responsabilidad de todo lo que no funciona en nuestro entorno o pasar mayúsculamente de que tenemos un compromiso ciudadano y algo podemos hacer porque las cosas vayan mejor.
Lo más importante es escuchar a nuestro organismo y hacer felices a quienes queremos, lo que no podemos ni debemos estar a medias tintas y en una duda constante, sobre si lo estaremos haciendo bien o no, si no estamos siendo lo suficientemente respetuosos, humildes y bondadosos.
Pretender tenerlo todo es un imposible, no renunciar a nada es un deseo, no tener nada e s una carencia, no saber que se quiere es no perder la oportunidad de estar callado. Estar en este mundo es actuar conforme al principio de la realidad y saber.
Siempre podremos encontrar 1.000 razones para hacer algo que nos agrada y el mismo número para no llevarla a cabo, lo que si será complicada es encontrar un millar para hacerlo y no hacerlo a la vez, al final tendremos que tomar una decisión, y no podremos en esa indeterminación y confusión de emociones.
Podremos exponernos y explicar con valentía cuales son nuestras ideas y porqué queremos convertirlas en realidad, lo que no entendería nadie es que nos pasáramos como un maniquí en un escaparate quieto y sin vida, y con todo tipo de atuendos que nos ponen y nos quitan según sea la temporada.
Tenemos secretos para guardar bajo siete llaves y verdades para publicar a los cuatro vientos, razones para la huida y motivaciones para la vuelta, ruidos y ataques personales son el pan nuestro de cada día que intenta sustituir los proyectos y las propuestas.
Mirar hacia el pasado o trabajar por el futuro, tradición o innovación, aprobación y reprobación., divertirse o disgustarse, escuchar a la gente o ignorarla, ser amable y educado o actuar como si el resto del mundo no existiera, haciéndolos invisibles, no se puede querer ser moderados y dedicarse a decir barbaridades a diestro y siniestro.
Vivir instalado en las medias tintas, es olvidar con frecuencia tanta gente única y excepcional por conocer y tantos motivos para sonreír, tanta oportunidad por aprovechar y todas las posibilidades que la vida nos ofrece, sin cortinas de humo y con baños reales.
Observemos todas las paradojas de un mundo que vive un cambio permanente y nos podremos hacer las grandes preguntas aunque las respuestas que obtengamos lleguen a ser contradictorias.
