Esta rebaja por pronto-pago produce en el ciudadano una sensación de mercado persa que no deberían tener ni la DGT ni los ayuntamientos. Pero ahí está esa norma descarada, bananera, escasamente ejemplar, interesada y que pone de manifiesto que lo de menos es la sensación de culpa y lo de más recaudar y recaudar aunque sea haciendo descuentos. Algo no funciona bien cuando la sanción por saltarse una ley, la que sea, se puede negociar a la baja dependiendo de que la pagues en el acto o casi. Las leyes, incluso las de Tráfico, tan obsoletas algunas, tan absurdas otras, deberían estar por encima de cualquier posible negociación económica y atender sólo a la responsabilidad del infractor y a la seriedad que se le supone a la autoridad competente; pero no. Aquí si pagas rápido y sin rechistar, la cosa te sale más barata.
Un ex responsable de la DGT trataba de justificar esta patochada comparando la situación a la entrega voluntaria de un delincuente, a su colaboración con la Justicia; grave error. El delincuente que se entrega voluntariamente o colabora, lo hace desde una actitud moral bien sea por arrepentimiento o por miedo y lo que va a conseguir con esa actitud es disminuir la pena al demostrar al juzgador –a la sociedad– el reconocimiento de su delito, cosa muy distinta a que te descuenten parte de una multa por pagarla en un plazo corto. No es serio.
Y mientras escribo esta columna –inspirada por el nuevo sistema de envío de multas por correo electrónico– se me aparecen las imágenes de la última campaña de la DGT que compara el maltrato infantil a no poner los cinturones de seguridad a tus hijos en el coche; puede que como campaña sea muy efectiva, pero no estoy muy seguro de que aguante un examen psicológico mismamente riguroso.
Y lo que resulta del todo desconcertante es que la DGT nos tenga a todos superfichados –dentro de poco hasta nuestro mail– para cobrarnos una multa con o sin descuento, mientras la Justicia sigue sin ordenadores suficientes, sin bases de datos conectados entre los juzgados, sin tantas y tantas cosas que luego pueden desembocar en hechos tan trágicos como los que hemos visto recientemente y sobre los que nos cuentan y no paran jueces y secretarios de juzgados. Algo va mal. Pero como aquí de lo que se trata es de recaudar, ofrezco a la DGT que se ponga en contacto con el Corte Ingles y organice, por ejemplo, los ocho días de oro del stop con descuentos de hasta 50 por ciento o la "semana mágica del adelantamiento" en la que se podrían pagar en cómodos plazos las sanciones impuestas por tal motivo. No es serio, de verdad. Hacer esos descuentos por pronto-pago, deslegitima moralmente al legislador y al sancionador. Pero da igual porque, una vez más, ya sabemos de qué se trata.