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Sevilla

La Puebla de Cazalla, donde la magia de una leyenda adelanta a los Reyes Magos

La localidad de La Puebla de Cazalla revive todos los años una leyenda: las campanadas hacen que los Reyes Magos lleguen al mediodía del 5 de enero

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Los niños en la plaza del pueblo.

Los niños en la plaza del pueblo.

Los niños en la plaza del pueblo.

En un bar de La Puebla de Cazalla (Sevilla), Antonio, que no llega a los cinco años, no se está quieto ni medio minuto, no quiere desayunar, se levanta… y su madre le espeta: “o te portas bien o Diego no toca las campanas”. Antonio se sienta y empieza a engullir la tostada.


Pero, ¿quién es Diego?, y, ¿por qué es tan respetado por los niños en este pueblo a 80 kilómetros de Sevilla capital en dirección a Málaga de 11.000 habitantes?

En realidad, nadie sabe con exactitud en el pueblo contar su historia real, pero la tradición popular narra que hace más de cien años había un sacristán en el convento de La Candelaria del pueblo llamado Diego Torres que era el encargado de tocar las campanas cada día o en “fiestas de guardar”.

Con el paso de los años y las décadas, Diego se convirtió en alguien eterno, una especie del fantasma de Maese Pérez en la leyenda de Bécquer, que igual que el organista del convento de Santa Inés tocaba el órgano después de muerto, toca las campañas cada 5 de enero, para avisar, y ahí es donde se obra el milagro, de que los Reyes Magos han llegado ya a las casas del pueblo, un día antes que en el resto de España.

Para ello, a las 11.00 de la mañana del 5 de febrero los menores van desde sus casas a la plaza del Ayuntamiento y poco antes de las 12.00 horas invocan a Diego para que haga su magia: “Diego toca las campañas que son las doce de la mañana. Melchor, Gaspar y Baltasar, que nos echen ya”.

Los cánticos comienzan, en un perfecto coro de niños y niñas de todas las edades (y hasta mayores que se han criado con esta curiosa costumbre), sobre las 11.50 y hasta las 12.00. La fiesta estalla cuando, efectivamente, Diego se persona como cada 5 de enero y las campanas comienzan a sonar.

En ese momento, los Reyes Magos han tenido una hora exacta para poder dejar los regalos en todas las casas del pueblo, y es el momento de comprobarlo.

Por eso, nada más dejar de tocar las campanas, se inicia una carrera frenética de los niños por las calles del pueblo en busca de sus regalos, y no han pasado ni cinco minutos cuando la plaza está completamente vacía, y en las casas se comienzan a abrir los paquetes que han dejado sus majestades de Oriente.

Tal es la magia del acto que la tecnología sustituye a las campanas tradicionales, ya que el campanario del Ayuntamiento no tiene capacidad sonora suficiente para que se escuche bien el sonido del tañer, de modo que un Diego real, Diego Velázquez, ha grabado previamente el sonido de las campanas y es el encargado de pulsar el botón de su ordenador que hace que resuene con fuerza el anuncio del milagro.

El alcalde de la localidad, Antonio Martín, fue muchos años “un niño que llamó a Diego, como todos los del pueblo”, y tiene este año la especial satisfacción de que su nieto, de cinco años, “ve la fiesta con conciencia por primera vez”, porque la pandemia ha impedido que se celebre en sus dos últimas ediciones, pero ahora el ambiente en las calles vuelve a ser el de siempre.

Por eso, cuando se le pregunta qué le pide este año de los Reyes, no duda en decir que “salud, que es lo más importante”, acordándose de la gente de su pueblo que se fue junto a Diego por culpa de la covid, y que ahora, en este 5 de enero, asiste junto al campanero real a una cita obligada con la tradición y la nostalgia en un lugar de Sevilla donde las cajas de regalos reales ya han sido abiertas, un día antes, por obra y gracia de una leyenda.

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