Uno de los premios más valorados por los artistas que participan en el Festival de Jerez es el del Mejor Acompañamiento al Baile, o lo que en su día se conocía como “mejor cantaor de atrás”. Se superó esta expresión, desde 2016, porque se entendía que el cante no estaba ni atrás ni adelante, estaba sin más y era pieza clave para que un espectáculo fuese más o menos aplaudido y considerado por la crítica y el público. Es un reconocimiento que poseen algunos renombrados artistas como Antonio Malena, José Valencia, El Extremeño, David Carpio, El Lavi o David Lagos, alguno de ellos hasta en dos ocasiones.
En esta vigésimo cuarta edición la Federación Local de Peñas, organismo que elige al premiado, ha decidido reconocer la labor de Jesús Corbacho (Huelva, 1986) por su numerosa participación en este certamen del que ha formado parte hasta de seis espectáculos, “incluso con fiebre”. “Es un verdadero privilegio tener este reconocimiento porque lo tienen artistas a los que admiro desde siempre, como en la última ocasión que se lo llevó Pepe de Pura. Es un honor formar parte de esta lista”, reconoce.
Lleva años apareciendo en grandes compañías, llegando a pisar en este 2023 escenarios como el Teatro Villamarta, Museos de la Atalaya o Sala Compañía. Comenzó con Carmen Young, en su estreno Siempre Vivo, continuando con Lucía La Piñona con Insaciable, ha estado en Venero de Águeda Saavedra, con Vanesa Coloma enCastiza, ha aparecido en Un Lucero deLucía Campillo, y concluyó su singladura con Rafael Ramírez, que ha ganado el Premio Revelación por Entorno.
En cada uno de estos espectáculos ha cantado una variedad de estilos abrumadora, “aunque yo no tengo ninguno predilecto, me gusta conocerlos todos o al menos lo intento porque creo que es el oficio que he elegido y es fundamental tener conocimientos de lo que hacemos. Yo antes de cantaor me considero un buen aficionado”, cuenta el cantaor para este medio.
Ya son bastantes años los que lleva encima de los escenarios este artista de corte humilde y cercano, desde que debutó en los tablaos de La Carbonería y Los Gallos en su periplo en la Fundación Cristina Heeren, donde principió sus estudios gracias a una beca. “Estando en la Fundación aprovechaba para acudir a las clases de Alicia Márquez, que las tenía en el centro de Sevilla, y allí empecé a practicar lo que aprendía. Ella me dio mucha confianza y poco después me llamó para un espectáculo. Presentó una propuesta en el Festival de Jerez junto a David Lagos y Pepe de Pura, y al llevarla a Austrias David no podía ir, así que me llamó a mí y podemos decir que fue una de las primeras veces que me subí a un escenario para cantar al baile de una manera más profesional. Curiosamente, estando allí, Pepe no se encontraba bien por lo que tuve que aprenderme también su parte para poder estar al quite”.
Lo que no cabe duda es que su complicidad con el “protagonista” del montaje es primordial para que no deje de sonar el teléfono. “Hay que ser buena persona, eso me dijo mi padre en una ocasión”, comenta Jesús, “pero no solo vale eso, hay que implicarse al 200% y dedicarle el corazón a cada cosa que hagas, sobre todo cuando estás en una compañía y no eres tú solo sino que el trabajo es del equipo”. Por eso aprovecha estas líneas para agradecer “todas las muestras de cariño que he recibido en estos días, a mi familia y a tantos compañeros, técnicos y producción, que apuestan por mí”.
Corbacho no se olvida de la Federación Local de Peñas y define este premio como el reconocimiento a un “seguro de vida”, así le llaman sus compañeros encima del escenario por el impecable trabajo que hace y la seguridad que demuestra para bien de todos. “Todavía la memoria no me falla y mirando los ensayos dos veces ya me quedo con el trabajo en mi cabeza. Hay que ponerle dedicación y escuchar a todos los que puedas, desde Caracol a Marchena, Mairena o Terremoto, Tomás o Pastora”.
