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Girasoles para San Antonio de Padua

La hermandad fue fiel un año más a su exaltación primaveral con su clásica procesión por las calles de Arcos

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Procesión de San Antonio.

Procesión de San Antonio.

Procesión de San Antonio.

Arcos disfrutó de una nueva procesión religiosa en el intervalo de apenas dos días. Después del reciente radiante Corpus Christi, fue la hermandad de San Antonio la que en cierto modo proclamó de nuevo el esplendor de la primavera como símbolo del renacer de la vida, haciendo desfilar por las calles a su santo titular, coincidiendo con su onomástica del 13 de junio como decidió hace años la Junta de Gobierno.

La procesión estuvo precedida de una solemne y emotiva misa en la que hermanos y feligreses en general compartieron el simbólico reparto del pan de la hermandad que, según la  tradición, se conserva en los hogares cristianos durante un año para luego darlo de comer a los pájaros, en una especie de ritual que simboliza la comunión con la naturaleza.

La liturgia, dirigida en el lado espiritual por el párroco Iván Carrera, contó con la participación del coro litúrgico de la hermandad. El público agolpado alrededor del templo parroquial presenció la salida del santo encabezada por el estandarte de la hermandad y los distintos tramos de hermanos portando pértigas y otros enseres tradicionales. Pero sobre todo llamó la atención la cantidad de jóvenes, incluso niños, que tomó parte en el desfile como símbolo de la renovación cofrade que en Arcos parece estar garantizada. De hecho, la corporación del Martes Santo cuenta desde hace años con su propio grupo joven como escuela cofrade. En la presidencia del cortejo se pudo ver al párroco junto al hermano mayor, Paco Moreno; el presidente del Consejo Local de Hermandades y Cofradías, Miguel Ángel Roldán, y al hermano del Dulce Nombre Miguel Salas representando también a las hermandades de la parroquia.

Al ritmo del himno de España, interpretado por la banda municipal Vicente Gómez Zarzuela, apareció en el umbral del templo la imagen del santo decorada con flores blancas y girasoles, con su clásico cuerpo de acólitos, acólitas en este caso, a los pies del paso dirigido por Paqui Roldán y portado por mujeres.

Así transcurrió en esencia una procesión que no deja indiferente en particular al barrio de San Francisco por donde transcurre y que ejemplifica una vez más la enorme tradición religiosa y cofrade que atesora la ciudad más allá de su reconocida Semana Santa.  

 

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