La falta de pescado en el caladero y el elevado precio del combustible, entre otras circunstancias, han hecho que el acuerdo pesquero entre la UE y Marruecos que expira este lunes no haya sido rentable en este último ciclo para los pesqueros de las localidades gaditanas de Barbate y Conil de la Frontera que lo usan para faenar en aguas vecinas.
"En 2019 se vendieron en la lonja de Barbate 3.700.000 euros de pescado marroquí. En 2022 la cifra bajó a 240.000 y en 2023 sólo se ha vendido 20.000 euros", explica a EFE Inés Foncubierta, gerente de la Organización de Productores de Pesca Número 6, que agrupa a pesqueros de la localidad gaditana.
De hecho, ninguno de los barcos que incluso había pagado la licencia para este último trimestre ha acudido en las últimas semanas a faenar en las aguas marroquíes.
"Si antes costaba 3.000 euros el gasoil para ir a faenar a Marruecos, ahora es un 50 % más caro y el precio del pescado es el mismo", añade Foncubierta.
Junto a la subida de los costes, estos barcos se han encontrado con la escasez de pescado en un caladero en el que ya no abundan los boquerones, la especie a la que se dedica la flota de cerco, o el pez sable, el voraz o el jurel de fondo, especies a las que, entre otras, se dedican los artesanales de palangre.
"Ese caladero de la zona de El Estrecho nada más que tiene ya atún rojo", una especie que, tras ser sometida hace unos años a un plan de recuperación, ahora abunda en esas aguas y, "como un carroñero", está "poniendo en jaque" a las especies de las que se alimentan, según explica a EFE Nicolás Fernández, secretario de la Federación de Cofradías de Pescadores de Cádiz y gerente de la Organización de Productores Pesqueros Artesanales de Conil de la Frontera.
Es una voraz competencia para estos pesqueros gaditanos que se une a la de los barcos marroquíes que van a esas mismas aguas. "La flota marroquí ha ido creciendo de forma increíble", explica Nicolás Fernández.
Comparten agua pero no reglas, porque, por ejemplo, la flota marroquí no está obligada a hacer los dos meses de parada biológica que sí tiene que hacer la europea.
El sector se queja además de que cada vez que se ha ido renovando el acuerdo "ha habido nuevas imposiciones", como la necesidad de embarcar a tres tripulantes marroquíes en cada barco, o de desembarcar un 30 % de las capturas en los puertos de Marruecos.
"El valor comercial en Marruecos no es el mismo que en la lonja de Barbate. Yo no me puedo permitir, por exigencias del protocolo, vender cajas de pescado en Marruecos a 10 cuando en España lo puedo vender a 30. Somos empresas y tenemos que rentavilizar los gastos e inversiones que hacemos", cuenta Tomás Pacheco, uno de los armadores de los barcos de Barbate que usa este acuerdo.
Aún así el sector sigue necesitando este acuerdo. Sobre todo "por seguridad jurídica" de los barcos artesanales, como explica Nicolás Fernández.
"El mar no es una carretera en la que se puede pintar una frontera. Estamos en la mar, y la mar se mueve y desplaza a los barcos. El Estrecho de Gibraltar es muy estrecho, empiezas a pescar con la marea en un sitio que pueden ser aguas españolas, cambia la marea y terminas en aguas marroquíes", explica Fernández.
El sector considera por eso importante que el acuerdo se renueve, e incluso cree que se debe considerar la posibilidad de que, en caso de que la sentencia de la justicia europea determine que el acuerdo no puede incluir las aguas del Sáhara Occidental (que utiliza la flota más industrial con capacidad de ir más lejos), se podría articular alguna opción para los barcos que, como ellos, no van a esos caladeros.
Pero insisten en que el acuerdo debe incluir "garantías" para que sea rentable y que el dinero que pagan los armadores, que se suma a los 50 millones anuales que paga a Marruecos la UE, merezca la pena.
"Todos los años no son iguales en el caladero, hay años mejores y años peores. Este ciclo no ha sido el más óptimo, pero otros años puede ser la bomba y no debemos perder los derechos de la posibilidad de ir allí", explica Tomás Pacheco sobre la abundancia o escasez de pescado en esas aguas, para una flota cuya opción es quedarse a faenar en el Golfo de Cádiz y aumentar la presión pesquera que ya sufren estas aguas.
Nicolás Fernández cree que las autoridades marroquíes y europeas deben tener en cuenta a la hora de establecer acuerdos la situación de un caladero en la que se sienten con fuerza los efectos del cambio climático.
"Los simpáticos negacionistas deben saber que el aumento de la temperatura del agua del mar está provocando cambios. En la costa de Málaga hay corvina de Canarias", dice Fernández, que reclama a las autoridades una "hoja de ruta" porque "estamos hablando de la transformación de un ecosistema".
Y otra prueba son los afectos del alga invasora asiática que desde hace unos años se ha extendido por las aguas del Estrecho de Gibraltar. "En primavera y verano, cuando el agua está más caliente, se vuelve loca", convirtiéndose en otro grave problema para los pescadores de estas aguas.
Son, explican, una suma de problemas que les han llevado a escoger la fecha en la que el acuerdo pesquero entre la UE y Marruecos concluye para expresar con una concentración en el puerto de Barbate la crítica situación que viven.