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El Santo Entierro de Cristo y la Soledad llevaron el luto solemne al casco histórico

La Hermandad vio reducido su recorrido a causa de las previsiones meteorológicas

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  • Cristo Yacente. -
Respeto, recogimiento y luto. El Santo Entierro de Cristo y Soledad de María Santísima realizaban como es tradicional el Viernes Santo su salida procesional, que se retrasó al menos veinte minutos a causa del paso por delante de la Iglesia de la O de la Hermandad de la Veracruz. Finalmente, la citada cofradía cedía el paso al Santo Entierro, que iniciaba su estación de penitencia con la preocupación de la llegada de un frente lluvioso en torno a las once de la noche a la localidad.

Para ello, durante toda la jornada previa a la salida, la Junta de Gobierno de la Hermandad, que preside José Manuel Sánchez Peña, estuvo reunida para valorar las distintas opciones con las que contaban frente al caprichoso tiempo, para finalmente optar por salir, aunque recortando su recorrido y restringiéndolo a la zona centro, y volviendo a su templo sobre las once de la noche.

Éso no restó brillo a la solemne estación de penitencia de esta Hermandad, cuyos penitentes visten de luto riguroso, y que cuenta con un cortejo formado por unos 200 nazarenos, además de la representación del resto de hermandades del municipio. Formada en el año 1617, y reorganizada en 1956, la Hermandad del Santo Entierro procesiona con una hermosa talla de un Cristo Yacente de autor desconocido, que data del siglo XVIII, atribuida a Diego Roldán de Sierralonga. El Cristo va tendido sobre un hermoso paso de Manuel Guzmán Bejarano, del año 1970, que guiaba magistralmente Juan Jesús Lobatón Galán.

El paso está realizado en madera tallada, dorada en oro fino y estofada. Es de estilo barroco y está iluminado por cuatro faroles y dos candelabros de guardabrisas laterales. Llama la atención la cama en la que reposa Cristo, en vez de una urna. Fue estrenado en la Semana Santa de 1969. El paso fue restaurado en 1993 por Manuel Guzmán Bejarano y don Manuel Calvo Camacho, en talla y dorado respectivamente. El faldón frontal fue bordado por Pepi Moreno Rebollo. De este paso destaca la imagen de un pelícano, obra Guzmán Bejarano, realizado en madera tallada y policromada. Representa como el pelícano se abre el pecho para darle vida a sus crías y las alimenta con su sangre. La música de Capilla interpretada por 'Réquiem', de Rota, acompañó al Señor durante todo su recorrido.

Y tras él, la Soledad, una obra de José Pérez Conde de 1970, que procesiona sobre un paso también obra de Guzmán Bejarano, y que está realizado en madera tallada, dorada y estofada. Es de estilo barroco-churrigueresco, y está alumbrado por seis guardabrisas sobre la canastilla y cuatro sobre la parihuela, además de 50 candeleros repujados. La canastilla, de doble planta, lleva cuatro capillas.

Fue guiado el paso de la Virgen por el capataz Juan Antonio Lobato Silva, y acompañado musicalmente por la Banda Gastoreña.

Los cientos de personas que se echaron a la calle para ver procesionar a esta venerable Hermandad pudieron disfrutar además del manto restaurado de la Virgen, trabajo que ha realizado el bordador roteño José Antonio Moreno Bernal, ya que este mano fue realizado hace un siglo por las Hermanas Esclavas de Jerez de la Frontera. También el paso de la Soledad lucía su llamador restaurado y plateado. Los acólitos estrenaban albas realizadas por Francisca Camacho, y los fiscales de paso, diputado mayor y celadores estrenaban palermos ejecutados en madera y orfbrería por Olmo Quirós.

Aunque la lluvia ha deslucido el Viernes Santo, obligando al Santo Entierro a reducir su recorrido, la Hermandad al menos pudo poner el broche de oro a este día lleno de incertidumbres, y con el deseo de que la próxima Semana Santa también puedan, como este año, hacer duelo por la muerte de Cristo con los roteños.

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