Cuando López Ballesteros fue a la reunión del martes con el sector jerezano del consejo de administración su dimisión. como director general, llevaba días encima de la mesa del máximo accionista, Joaquín Morales. El nazareno no aceptó el adiós de Ballesteros y le conminó a esa entrevista cara a cara con los Millán, Corchado, Durán y Pérez Rendón, aunque como éste ha dado, de momento, un paso al lado, fue Juan Carlos González, presidente de la Fundación, quien apareció. Quiere eso decir que la amenaza del director general de dimitir no era tal, ya que había dimitido pero Morales quería que se recondujese la situación al entender que la labor que se estaba realizando era, y es, la adecuada en estos momentos de crisis por los que atraviesa la entidad xerecista.
Y en estos momentos de crisis lo importante es sumar y no restar. Es sumar porque los consejeros jerezanos saben perfectamente cuál es la situación económica del club. No son en absoluto ajenos los consejeros de nuestra ciudad a los momentos que se viven, momentos en los que hay que tomar decisiones que a nadie gustan, pero que se entienden más que necesarias. Decisiones, como las de los despidos, que se anunciaron a los consejeros, aunque no se acordase de tal guisa en el consejo de administración, un consejo de administración que se había celebrado sin que ni Millán, ni Durán (que no asistió), ni Corchado tuviesen en su poder las acreditaciones de consejeros de sus respectivas representaciones, dicho sea de paso. Lo que vale en estos momentos es velar porque el dinero vaya a donde tiene que ir y no se evapore. Lo que vale es estar en el día a día, sin esperar a aparecer cuando se llame a consulta o a reunión. Hacer lo que hacía Pérez Rendón, antes de su paso al lado. Estar un día sí y otro también en la sede social. Estar enterado en directo de cómo se hacían las cosas dentro del despacho del director general y fuera del despacho a nivel de empleados. Estar disponible como cuando hubo que enseñar Chapín a la delegación de Gambia que se acercó hasta el club. Para ser consejero y no florero hay que tener tiempo libre, todo el tiempo libre como el que tiene el que se mete en la junta de gobierno de una Hermandad o el que dirige en cualquier asociación. Tiempo y disponibilidad. Y estar presente cuando la ocasión lo requiere. Si se es consejero y hay un partido, hay que estar en el palco. Hay que estar a las duras y a las maduras. Así es como se suma por el bien del equipo, del club, del Xerez en definitiva.
Con reuniones semiclandestinas, como la que se llevó a cabo en la previa de la ofrenda a nuestra Patrona, Nuestra Señora de la Merced Coronada, lo único que se hace es restar. Hablar por detrás es restar. Propagar lo que el club hace o deja de hacer a los dos minutos de producirse la noticia es restar y dividir. Todo lo contrario de lo que este club, en estos instantes, necesita. Hay que sumar, hay que unir a todos los bandos -afición, medios, instituciones- y no hay que dejarse llevar por celos sino por el sentimiento azul que debe presidir los corazones y las mentes de todos aquellos consejeros que han llegado al club por su amor a los colores y no a los protagonismos ni a los euros. Hay consejeros por amor y los hay porque así lo ha decidido el máximo accionista. Y todos tienen que convivir, porque todos buscan lo mejor para el Xerez, en armonía, sin levantar nunca la vista de la mesa porque para eso la afición quiere que haya consejeros propios, para que velen por el patrimonio, por los dineros del Xerez, para que no miren al lado, sino de frente, pero, para eso, hay que estar en el sitio donde se cocinan las decisiones, hay que saber por qué se toman esas decisiones y hay que estar en el día a día.
No se trata de la tan manida paz social que se ha pregonado tanto en los últimos años, como arma para que todo transcurriese como una balsa de aceite, se trata de hacer lo mejor para el Xerez. Y ciertamente creo que, aquí y ahora, lo mejor es que se reme en la misma dirección, que desde el Ayuntamiento -si se está en el consejo con dos representantes es para algo- se sume en el sentido de alcanzar acuerdos en un convenio donde los dos millones de euros de deuda se pueden dar en especie y no en dinero; se ofrezcan instalaciones dignas para una cantera de la que se tendrá que surtir una entidad en dificultades económicas graves y que los consejeros que ha puesto la afición sean responsables de sus puestos, que si están ahí es para colaborar en el día a día, para prestar apoyos y para decir basta si se observa que se está malgastando el dinero o no se sabe en qué dirección va, porque en cuanto a decisiones ya se sabe que en tiempos de guerra se está siempre al filo del alambre, entre lo legal o lo ilegal, intentando no caer en la segunda opción, pero siempre bordeando el peligro, ya que si no la estabilidad de la entidad va a ser muy complicada. Ya, de hecho, se ha perdido una cantidad de ingresos muy importante por la vía de los abonos. Se han perdido dos mil abonos respecto a la pasada campaña, que son muchos euros que habrá que sacar de alguna manera para equilibrar el presupuesto. Pues eso, sumar y no restar.