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Jaén

Santa Catalina llena el cerro de ambiente

Gran ambiente en la procesión y en la jornada de convivencia romera en el Castillo de Santa Catalina

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  • Momentos de la Romería de Santa Catalina. -

La respuesta ciudadana a la Romería de Santa Catalina ha sido “un éxito”. Así lo declaraba ayer el vicehermano mayor de la Cofradía, Juan Antonio Rubio, ante una de las tradiciones de la capital, la salida en procesión de la Santa y la jornada de convivencia de los jienenses en las faldas del Castillo.

La procesión romera cumplió su itinerario desde la iglesia parroquial de La Inmaculada y San Pedro Pascual y hasta el patio de armas del Castillo, donde se celebró la misa, oficiada por el capellán de la Cofradía, Enrique Cabezudo.

La peregrinación de más de dos horas contó con el paraje natural del Castillo de Santa Catalina como fondo, con las juntas de Gobierno de la mayoría de las cofradías de Gloria de la capital, con el acompañamiento musical de la Banda de Villargordo y con numerosos ciudadanos que hicieron a pie el recorrido acompañando a la Santa.

Una de las novedades de este año ha sido que Santa Catalina fue portada por un grupo de costaleros desde  Caño Quebrado, cuando siempre ha subido en tractor hasta la puerta del Parador. “Ha sido una procesión muy bonita, con muchas personas”, valoró el vicehermano mayor.

Y es que las condiciones climatológicas han ayudado a que una marea de personas ocupara las faldas del Castillo para disfrutar, igualmente, de la tradición gastronómica, la degustación de sardinas. El olor de éstas impregnó el paraje y prácticamente toda la ciudad, anunciando que Jaén vive sus tradiciones y la de la Romería de Santa Catalina está más viva que nunca.

La coincidencia con el fin de semana ha ayudado a que la procesión y posterior celebración romera sumara una importante participación de jienenses de todas los edades, dispuestos a disfrutar del entorno, de la fiesta y del sabor de la gastronomía más tradicional. Y es que aunque lo que más se comió fueron las sardinas, también se asaron carnes y se sirvieron platos de migas, para reconfortar a los peregrinos.

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