El jurado popular ha declarado culpable de asesinato al policía jubilado acusado de acabar con la vida de su exmujer golpeándole en la cabeza con un hacha de cocina y clavándole luego una navaja en el cuello.
El tribunal popular ha considerado probado por unanimidad que el procesado, Cosme M.C., natural de Jaén y de 67 años, se dirigió en la mañana del 21 de marzo de 2011 al dormitorio donde estaba durmiendo su exmujer, con la que convivía pese a estar separados, y la golpeó con ánimo de acabar con su vida en la cabeza con un hacha de cocina.
Al ver que seguía con vida, según añade el jurado, el procesado se dirigió a la cocina y cogió una navaja clavándosela en el cuello a su expareja, Natividad C.C., y girándola varias veces para asegurarse de que la había matado.
También consideran probado los miembros del jurado que Natividad G.C., que tenía entonces 69 años, murió a consecuencia de las heridas que le ocasionó su exmarido, las cuales le produjeron un shock hipovolémico.
En tribunal popular ha contemplado, también por unanimidad, la agravante de parentesco y la atenuante de confesión, al considerar probado que, tras degollar a su exmujer, el procesado confesó los hechos ante unos agentes de la Policía Local que se encontraban en un bar cercano.
Tras la lectura del veredicto, el Ministerio Fiscal ha rebajado su petición de 20 a 18 años de cárcel por un delito de asesinato con alevosía, con la agravante de parentesco y la atenuante de confesión.
A esta solicitud se han sumado las acusaciones populares, ejercidas por el Gobierno y la Junta de Andalucía, y la defensa del acusado, que inicialmente calificó los hechos de homicidio.
En la primera sesión del juicio, el procesado reconoció los hechos, afirmando que acabó con la vida de su mujer porque "se sentía humillado" en su matrimonio y pidiendo perdón a sus hijos y el resto de la familia de su exmujer.
El expolicía nacional relató que el 21 de marzo de 2011, tras celebrar el día anterior su cumpleaños en el domicilio conyugal --al que regresó tras llevar seis años separado de su esposa-- se levantó "nervioso", desayunó y paseó a su perro.
Posteriormente, se dirigió al dormitorio de la víctima, y consciente de que su mujer tomaba tranquilizantes para dormir y "era casi imposible que se defendiera", cogió un hacha de la cocina, que fue "lo primero que encontró", y le golpeó varias veces en la cabeza.
Él dice recordar que le asestó dos o tres golpes, aunque los informes forenses a los que se ha aludido en el juicio señalan que la víctima tenía "24 heridas" en la cabeza a causa de esta arma blanca. Posteriormente, se dirigió de nuevo a la cocina para "buscar algo más efectivo" y cogió una navaja, la cual le clavó en el cuello y giró varias veces para "asegurarse de que estaba muerta".
El acusado negó estar bajo los efectos del alcohol en el momento de los hechos aunque tiempo atrás fue adicto a esta sustancia.