El tiempo en: Arcos
Publicidad Ai
Publicidad Ai

Sevilla

La destrucción de la ciudad

Entre 1950 y 1979, por citar la “Edad de oro de la piqueta”, se destruyeron más de 500 edificios emblemáticos de las Arquitecturas del Modernismo, el Regionalismo y el Racionalismo, ante la pasividad de la sociedad

Publicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad AiPublicidad Ai
Publicidad Ai
  • Antes y después. -

Abordamos hoy un reto que iniciamos hace ya muchos años, como la recuperación de parte del patrimonio arquitectónico desaparecido por varias causas: la ruina provocada por el abandono de los edificios, unas veces por causas naturales y la falta de mantenimiento adecuado, y otras veces provocada por los mismos propietarios para deshacerse de los inquilinos y justificar el derribo por ruina. Las más de las veces fueron proyectos especulativos, de “economía insolidaria”, junto al desprecio por los valores históricos, etnográficos y culturales ciudadanos.

Todo ello, unido a la insensibilidad administrativa municipal y estatal, la falta de razonables ayudas a los propietarios que deseaban conservar sus edificios, sobre todo casas solariegas, con patios y miradores, y la ausencia de normativa legal que salvara de la piqueta edificios notables y de posibles usos corporativos públicos y privados, alternativos al residencial, hicieron almoneda de más de quinientos edificios emblemáticos y representativos de las Arquitecturas del Modernismo, el Regionalismo y el Racionalismo, además de otros procedentes de los siglos XIX, XVIII, XVII y XVI. De manera que las pérdidas patrimoniales fueron enormes, irrecuperables, cambiando la faz de la urbe. La ciudad de finales del siglo XIX y primera mitad del XX, todavía contaba con patrimonio arquitectónico excepcional, pese a las grandes pérdidas sufridas desde finales del siglo XVIII y varias etapas del siglo XIX, sobre todo durante la ocupación de las tropas francesas (desde el 1 de febrero de 1810 hasta el 27 de agosto de 1812).

​Muy especialmente durante los años 1950 y 1979, lo que podríamos conocer como el tiempo o “edad de oro de la piqueta”, los derribos fueron generalizados y cualitativos. Solo las plazas del Duque de la Victoria y de la Magdalena, representan símbolos expresivos, referencias básicas, con la desaparición de palacios y casas señoriales como las de Cavaleris, Sánchez-Dalp, Palomares, Conde Luque, Robledo, colegio Alfonso X el Sabio, teatro del Duque, y los hoteles Madrid, Venecia y París, incluso el primitivo Casino Militar en las calles Sierpes y Tetuán, etc.
​

La sociedad sevillana de ese período de tiempo citado permaneció impávida ante la destrucción de parte emblemática de la ciudad. No hubo corporaciones de ningún tipo que planteara cuestiones, ni siquiera la Real Academia de Bellas Artes, siempre sensible con la imagen de la ciudad, incluso exagerando polémicos criterios conservacionistas y estéticos, y que al menos en tres ocasiones demostró sus inquietudes por el urbanismo y la arquitectura sevillana, como demuestran los ciclos de conferencias dedicados a “Urbanismo y estética en Sevilla” (1955), “Historia del urbanismo en Sevilla” (1972), y “Aspectos del urbanismo sevillano” (1973), todos ellos con participaciones académicas estelares locales y nacionales, cuyos sabios juicios fueron ignorados.
​

Las únicas voces cualificadas que se alzaron contra la destrucción vandálica de la ciudad fueron las de Fernando Chueca Goitia (desde Madrid) y Joaquín Romero Murube desde Sevilla. Pero ésta fue silenciada  por la autocensura periodística de la época, como explicaremos nosotros. Se ha querido justificar el silencio ciudadano en la férrea censura oficial del franquismo, pero es incierto. Los censores dieron libertad a la crítica municipal como vía de escape para justificar la censura política. Hubo autocensura por intereses creados.
​

En esta página recuperamos la memoria gráfica de uno de los últimos “crímenes urbanos” cometidos durante el Régimen anterior, como fue la destrucción de tres edificios regionalistas para alzar otro en su lugar con diseño impuesto por la empresa madrileña propietaria.
​

La actual avenida, salvo en los casos de algunos edificios recientes, presenta un panorama aceptable que debería cuidarse en el futuro. La verdad es que no han sido afortunadas algunas nuevas casas, además de la sede del Banco Urquijo, que aparece en lugar de las tres construcciones regionalistas anteriores y vinculadas al mismo estilo del resto de fachadas de la acera de los pares. La ruptura de continuidad arquitectónica en esta acera, levantada entre 1912 y 1917 con un mismo estilo regionalista, según proyectos de los más cualificados arquitectos sevillanos, fue un error difícil de comprender, tanto de los constructores como de las autoridades que lo consintieron en los primeros años setenta.
​

Salvo la torre árabe de Abdelazis y el edificio del Coliseo (BBV), ningún otro localizado en la avenida de la Constitución, se encuentra incluido en el listado municipal de "edificios singulares" sometidos a protección especial. Parte de los edificios más emblemáticos sí están sometidos a otros tipos de protecciones parciales, en los catálogos "global" y de tipo "B", que garantizan la originalidad del inmueble con usos distintos al inicial, pero compatibles.

NOTICIAS RELACIONADAS

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN