Las tribus locales de la ciudad iraquí de Faluya, en la provincia de Anbar, han conseguido recobrar parcialmente su control de los milicianos del Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIS), un grupo ligado a Al Qaeda, tras la ofensiva lanzada este sábado por el Ejército iraquí, que un día antes, en otra jornada de bombardeos, tuvo que replegarse.
La gran mayoría de Faluya, incluidas las comisarías policiales y los edificios gubernamentales, ha sido tomada por los milicianos tribales suníes, mientras que los combatientes del ISIS mantienen unos pocos reductos de la ciudad, según fuentes tribales y policiales citadas por la cadena estadounidense CNN.
Testigos presenciales y funcionarios iraquíes concretan que los barrios del norte y el este de Faluya permanecen bajo el control de los militantes tribales y la Policía, según ha informado el diario británico 'The Guardian'. No ha habido una confirmación oficial de la liberación de Faluya.
LA TOMA DE FALUYA
Las banderas negras características de Al Qaeda ondearon desde el viernes en los mástiles de los edificios gubernamentales después de la toma de Faluya y el ISIS impuso un estado islámico, según informó el periódico estadounidense 'The Washington Post'. Testigos presenciales citados por la CNN aseguran que las banderas se pudieron ver días antes del viernes.
Los bombardeos del Ejército iraquí se alargaron hasta última hora del viernes que, según los últimos balances, acabaron con la vida nueve personas e hirieron a 40 personas, de acuerdo con el Hospital de Faluya.
Los combates entre los milicianos del ISIS y las tribus locales del viernes en Faluya y en la vecina ciudad de Ramadi, la capital de la provincia de Anbar, se saldaron con al menos 80 muertos, según fuentes gubernamentales citadas por la CNN, de los cuales 69 eran miembros del grupo vinculado a Al Qaeda.
En un momento de la toma de Faluya, después de las oraciones de los viernes, celebradas en la calle, un combatiente del ISIS, enmarscarado, se subió a un estrado para declarar ante los miles de fieles el establecimiento de un "emirato islámico" en Faluya bajo la promesa de ayudar a los suníes que combaten contra las fuerzas del Gobierno.
"No queremos heriros. No queremos quedarnos con ninguna de vuestras posesiones. Queremos que reabráis los colegios y las instituciones, y volváis a vuestras vidas normales", precisó un periodista local al diario 'The Washington Post'.
No obstante, un periodista de la CNN que presenció el discurso ha sostenido dos tercios de los fieles abandonaron el lugar, una vez el terrorista empezó a hablar a la multitud. El ISIS amenazó con matar a toda aquella persona que grabara el discurso.
SITUACIÓN CONFUSA
Este viraje en la situación que atraviesa Faluya añade más confusión a los últimos acontecimientos allí acaecidos y la dimensión del control que el ISIS ha ejercido en la ciudad, ya que varios miembros de las tribus locales reivindicaron el viernes el control de algunos barrios de la ciudad.
Los desencadenantes de estos hechos fueron el desalojo el pasado lunes de una acampada de protesta suní, que clamaba contra la discriminación del Ejecutivo hacia esta comunidad, y la detención, un día antes, del diputado suní Ahmed al Alwani, uno de los líderes de las manifestaciones antigubernamentales en la provincia de Anbar, en su casa. En la redada policial fallecieron el hermano de Al Alwani y cinco de sus guardaespaldas, y 16 personas resultaron heridas, según el balance oficial.
Las ciudades de Faluya y Ramadi, que repelió el viernes la ofensiva islamista, se han convertido en los últimos días en escenario de los más violentos enfrentamientos entre el Ejército y los combatientes islamistas, y en el epicentro de las tensiones entre los suníes y el Gobierno del primer ministro, el chií Nuri al Maliki.
Pese a ello, las tribus locales han contado con el apoyo militar y logístico del Ejército iraquí, así como la colaboración de la Policía local, en su intento de contener las ofensivas del ISIS y recobrar finalmente el control de Faluya. La población de esta localidad reclamó el cese de los bombardeos indiscriminados de las fuerzas gubernamentales y la protección de los civiles, según informó la agencia estatal de noticias iraquí, NINA.
La salida de las tropas estadounidenses del país y el conflicto en Siria, con fuertes connotaciones sectarias, ha exacerbado las tensiones entre ambas partes, que tienen como puntos de fricción un sistema judicial que discrimina sistemáticamente a los suníes y la exclusión de esta comunidad de los altos cargos de la Administración iraquí.
No en vano, los enfrentamientos violentos con tintes sectarios entre la minoría suní y la perponderante comunidad chií ya eran una tónica habitual, reminiscencia de los años de guerra en Irak tras la ocupación estadounidense --especialmente en los años 2006 y 2007-- y los levantamientos populares contra el Gobierno encontraron su germen en la ola de levantamientos de 2011 en Oriente Próximo y el norte de África, conocida como la 'Primavera Árabe', que empujó a la comunidad suní a revelarse pacíficamente contra el primer ministro chií.