El depuesto presidente de Egipto, Mohamed Mursi, ha vuelto a comparecer este domingo ante un tribunal para responder por su supuesta relación con grupos extranjeros para cometer actos terroristas en suelo egipcio
En la que ha sido calificada como "la mayor conspiración de la historia de Egipto", la Fiscalía ha confeccionado un caso en el que se implica a Mursi en una "operación terrorista" a varias bandas en la que supuestamente colaboró con el grupo palestino Hamás, el Gobierno iraní y su aliado en Líbano, el partido milicia Hezbolá.
Según la acusación, la organización de Mursi, los Hermanos Musulmanes, planearon en 2005 unos cursos de entrenamiento para sus seguidores en la Franja de Gaza --poco después de que Israel se marchara de la región-- donde iban a ser entrenados por miembros de las Guardias Revolucionarias iraníes y de Hezbolá.
Estos operativos perpetraron actos terroristas tras el levantamiento que expulsó del poder al entonces presidente Hosni Mubarak en 2011, y su objetivo final era la formación de un "emirato islámico" en el norte del Sinaí en el caso de que Mursi no fuera declarado jefe de Estado.
A cambio de la ayuda prestada, los asesores presidenciales de Mursi acordaron entregar información confidencial a Irán y a Hezbolá, según el fiscal, que señaló como responsable directo al ayudante de Mursi en materia de seguridad nacional, Essam El Haddad. Tanto Hamás como Irán han negado categóricamente estas acusaciones.
Este es solo uno de los cargos a los que se enfrenta Mursi, quien volvió a mostrarse agitado durante la audiencia del caso. Junto a él están acusados por este mismo motivo altos cargos de Hermanos Musulmanes como Mohamed Badie, Khairat El Shater y Mahmoud Ezzat.