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“El flamenco es autenticidad, es pueblo en estado puro”

Curro nos cuenta su experiencia en los medios de comunicación, simpre vinculado al mundo flamenco, así como las sensaciones que le deja vivir en un lugar tan maravilloso como Vitoria

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  • Curro, en la radio vasca. -

Como los Velázquez-Gaztelu tienen su casa en la calle Nueva y yo vivo en San Pedro, quedamos en un lugar equidistante, o sea, en el Casino. Es Sábado Santo por la mañana, y en el aire aún flota el perfume de las adolescentes que hasta la noche antes anduvieron revoloteando por estas calles, como palomas inquietas, detrás de las procesiones. El cielo está nublado, como si la luz de ayer se hubiese consumido de nostalgia, de belleza. Curro, el periodista flamenco Curro Velázquez-Gaztelu Mancheño, trae puesta su sonrisa de hombre franco, de joven trabajador, sano y vigoroso. Nos besamos con afecto y le digo algo que él ya sabe, pero que me gusta que conste: que soy muy amigo de su madre, la profesora y exconcejal socialista Fina Mancheño, y que con ella y otros amigos, casi todos exconcejales, tenemos un club de lectura donde leemos libros, recitamos poemas y nos reímos mucho, celebrando la literatura y la amistad.


Curro vive en el País Vasco, en  Vitoria-Gasteiz, y ha venido a Arcos a pasar estos días de Semana Santa. Trae a su hijo Unai -que significa en euskera pastor de vacas, según me explica- y  antes de someterse a mi amistoso interrogatorio me comenta lo triste que está el mundo del flamenco con los recientes fallecimientos de El Torta o Paco de Lucía. Precisamente por el flamenco le pregunto primero:

—¿Hay en Euskadi mucho interés por el flamenco?
—Por supuesto, un interés grandísimo. Te explico: aunque en un principio los sectores más euskaldunes recelaban de esa música que, al no ser suya, miraban con prevenciones, han terminado por rendirse a ella. El flamenco es autenticidad, es pueblo en estado puro, y hay que ser muy cerrado para despreciarlo. Ten en cuenta también que en el País Vasco hay gente andaluza, muchos gitanos, que lógicamente han llevado allí su visión del flamenco. Y por si fuera poco, tenemos hasta un cantaor flamenco vasco, Lander Egaña El Maicenitas, que canta con mucho sentido y sentimiento. Otra prueba de ese interés por el flamenco en el norte es que en el Festival de Jazz de San Sebastián hay una programación flamenca, y en la misma ciudad, con motivo de la capitalidad cultural en 2016, están solicitando ideas y aportaciones sobre el mundo del flamenco. Modestamente, soy una de esas personas que aportan sus conocimientos en esta materia tan nuestra.


—¿Cómo se encauza su transmisión del flamenco para los vascos?
—Bueno, yo colaboro en los periódicos Gara y Berría, este último escrito íntegramente en euskera, por lo que mis colaboraciones son traducidas, porque mis conocimientos de euskera no son aún aptos para escribirlo. Precisamente en Berría se nos planteó un  problema curioso: al ser escrito en euskera, como digo, no tenían traducción para la palabra cantaor. Tenían para cantante, que es kantari, pero no para cantaor o para cantaora. Se me ocurrió proponerles una traducción que al final ha hecho fortuna, y es que lo tradujeran por herri cantari, o sea, cantante del pueblo. También trabajo en el programa La Jungla sonora, de la EiTB, la radio televisión vasca, donde se alterna el jazz, el folk, el heavy y un monográfico de flamenco, La mujer y el cante, o Flamenco en Euskal Herría.  En Halabedi Irratia, una radio independiente, tengo un programa de flamenco que se llama Plaza los Canasteros, calle Los Lunares. Soy asimismo colaborador de un programa en Radio Exterior de España, donde comento las nuevas tendencias del flamenco. Mi programa se puede seguir también en halabedi.org.


—¿Qué ha aprendido Curro Velázquez-Gaztelu de los grandes flamencólogos arcenses, por ejemplo su tío José María Velázquez-Gaztelu o Antonio Murciano?
—He aprendido que cada ser humano tiene dentro su propio universo flamenco, que siendo siempre diferente, consigue que el flamenco se enriquezca y vivifique con cada aportación.


—En 2007 expuso en nuestra Capilla de la Misericordia una serie de fotografías periodísticas que trataban de denunciar la situación de violencia en ese avispero humano de Israel y Palestina. ¿Continúa en esa labor?
—Claro. Formo parte de una asociación de gente que está interesada en la foto periodística. Participo en el certamen Periscopio, relacionado con países como Kurdistán, Ecuador, Brasil, el Sahara, Uruguay, Palestina. Hoy en día la fotografía tiene una labor fundamental en los conflictos: fíjate que antes tenían que mandar los carretes, revelarlos, y cuando se publicaba la foto ya era vieja. Hoy una foto puede dar la vuelta al mundo casi al mismo tiempo de ser tomada. Creo que los jóvenes hacemos muy bien en aprovechar todos estos avances tecnológicos para tomar y hacer tomar conciencia de un mundo desequilibrado y violento.


—¿Cómo ve a la juventud arcense?
—Quizás un poco desorientada, falta de iniciativas. Pero es el signo de los tiempos; la crisis que vivimos lo afecta todo,  no sólo lo económico, sino también a lo espiritual.


—ETA hace más de dos años que anunció el final de su actividad terrorista, de sus asesinatos. Pero eso no quiere decir que todo esté arreglado. Hay víctimas, todas sagradas, que sufren heridas difícilmente restañables, que debemos  tener y tenemos siempre presentes, y hay una sociedad que, imagino, padecerá de múltiples secuelas, todas de largo recorrido. De todas formas, ¿se vive ahora mejor en Euskadi?
—Sí. Se vive mejor. La gente está más distendida, y el turismo ha logrado una subida impresionante. Tenemos hasta turistas japoneses. Es cierto todo eso que dices en la pregunta. Lo que yo veo es que hay muchísima gente ilusionada con el fin de la violencia. Se ha avanzado algo en el reconocimiento de las víctimas por ambas partes y ahora mucha gente, los abertzales, esperan que el Gobierno reagrupe a los presos y libere a los enfermos. Pero todo es muy difícil y el camino es muy largo. 


—¿Cree que la Iglesia puede tener un papel importante en la reconciliación de posturas enfrentadas, en el apoyo a las víctimas, en la justicia, en el perdón?
—Más que la Iglesia como institución, determinados nombres dentro de la Iglesia, pero también es necesaria la participación de premios Nobel, agentes culturales, estadistas...

Con este asunto doloroso, finalizamos la conversación. Empezamos muy alegres hablando de radio, de flamenco, y nos hemos puesto serios al final, conscientes de que todo lo que se dice sobre el terrorismo y sus secuelas debe ser bien medido y meditado, porque se puede herir sin pretenderlo. Pero había que tratar este espinoso asunto  porque no siempre tenemos ocasión de escuchar una voz tan lúcida y tan comprometida como la del periodista Francisco Javier Velázquez-Gaztelu Mancheño.

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