La fama de San Antonio Abad como protector de los animales no es algo nuevo, pero en la localidad onubense de Trigueros el santo tiene una particularidad que lo hace único, ya que es un militante más del sindicato UGT desde hace 86 años.
Un carné de sindicalista que hace único a este santo, al que sacan en procesión desde las 13:30 horas de este domingo por las calles de su pueblo, aunque su originalidad no radica solo en su afiliación sindical, sino que su propio recorrido ya es llamativo: está en la calle durante día y medio completo, y recorre absolutamente todos los rincones del pueblo, incluidas todas las calles del cementerio.
La relación entre la imagen y el sindicato se inició en 1932, cuando salió en procesión con el carné de la UGT colgado en el bolsillo. Al sindicato se le había afiliado en 1929 al considerar que el hecho de que San Antonio Abad repartiera sus tierras iba en concordancia con la política de esta organización.
De hecho, la imagen se libró del expolio y destrozos que muchas sufrieron durante la Guerra Civil, precisamente por tener ese carné, que cita textualmente: "Nombre: Antonio Abad. Edad: 101 años. Profesión: Santo. Vecino de Trigueros".
Con esa premisa, la imagen fue respetada, y la que sacan en procesión el último domingo de enero es la que siempre ha sido custodiada en su parroquia, en un recorrido con gran cantidad de curiosidades, que se realiza en un paso adornado de dátiles, la fruta típica del pueblo, que siempre es portado a hombros de los vecinos de la localidad, que se turnan para que siempre haya alguien bajo el paso, incluso durante la madrugada.
Entre lo llamativo del cortejo, durante todo el trayecto, los triguereños realizan las "tiradas" desde ventanas y balcones, desde donde se lanzan todo tipo de alimentos, una tradición de la que solo se excluyen a los animales vivos.
A pesar de la crisis económica, la tradición de las tiradas del santo se ha mantenido, y desde algunas casas se llegan a lanzar hasta 6.000 euros en distintos productos, de los que destacan los jamones y paletillas enteras que son arrojados a los pies del santo, y recogidos por cualquier persona que se encuentren ante él.
A falta de recursos personales para ello, los vecinos se organizan en grupos familiares o de amigos, y ahorran durante el año para comprar todo lo necesario, hasta el punto de que el santo llega a estar detenido más de veinte minutos ante una vivienda, mientras se tira desde su balcón o desván todo lo que se ha preparado para este día.
Perfectamente organizados, algunos vecinos son subidos en una especie de pasos, que hacen que se eleven sobre el resto para poder acceder con más facilidad a lo que se lanza desde los balcones de las viviendas.
La procesión, por cierto, es la fiesta más importante de Trigueros, donde la costumbre marca que las casas por las que pasa el santo se abran durante el recorrido para agasajar a los vecinos, con un ambiente festivo, que solo se interrumpe cuando se realiza el paso por las calles del cementerio.
El recorrido no tiene hora fija de finalización, y termina sobre las ocho de la tarde del lunes, una vez que todos los vecinos han tenido la oportunidad de, al menos, ver pasar al santo por su puerta una vez.
Y todo ello seguido por miles de personas que triplican por unas horas los 7.000 habitantes de esta localidad, que mantienen una tradición que en el pueblo datan en el siglo XVIII, y que llevan a gala como una cita histórica en su calendario cada año en el último domingo de enero.