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Lo que queda del día

De profesión, spoilers y adivinos

Anda todo el mundo tan empeñado en que las encuestas hagan de spoilers, ya sea para darse una alegría o porque hay gente que disfruta destripando finales

“Los que esperan una revolución en la manera
de hacer campaña se llevarán una decepción”.
John Carlin

Quisiera uno que ya estuviésemos a 24 de mayo, aunque solo fuera por no tener que volver a escuchar eso tan socorrido e insustancial, tan de perdedores, de “la auténtica encuesta es la que saldrá de las urnas el próximo domingo”; o eso tan novedoso y justificador de que la gente no dice la verdad cuando le preguntan a quién piensa votar; o, más aún, esa empeñada obsesión con que las encuestas que uno no encarga están siempre “cocinadas”, como si en vez de concejales dieran estrellas Michelín.

Supongo que la feria también tendrá parte de culpa, o, si no, este exagerado calor, pero ojalá estuviésemos ya a 24 de mayo: el cansancio se me acumula ahora que toca alcanzar la orilla y, para qué engañarnos, lo importante de esta historia es el desenlace, no el nudo, que casi nos lo sabemos de memoria. No hay relato, sólo un final. Tal vez por eso mismo anda todo el mundo tan empeñado en que las encuestas hagan de spoilers, ya sea para darse una alegría o porque hay gente que disfruta destripando finales, como si en vez de un sondeo hubiesen visto El sexto sentido o Los otros.

Yo, que hace algún tiempo llegué a la convicción, cada vez más inconsistente, de que esta película no me la sé, sigo huyendo de los que presumen de dotes adivinatorias, con encuestas o sin ellas, de los pálpitos que obedecen al corazón, pero no a la razón, y optaré por la cautela, porque a medida que se acerca el momento empieza a poderme la sensación de que todo está inventado, y más aún la propia incertidumbre con la que se manejan cifras y realidades.

Escribía esta semana John Carlin en El país lo siguiente: “La ciencia ha avanzado desde los tiempos romanos y han surgido nuevas ideologías y nuevos mecanismos para gobernar, pero ni Twitter, ni la televisión han modificado en lo esencial el comportamiento del ser humano, ni tampoco los métodos para conseguir su apoyo electoral. Somos igual de susceptibles a los halagos y a las promesas vacías, igual de susceptibles a líderes astutos que entienden, como también señaló Quinto Tulio, que la gente se deja llevar más por la apariencia que por la realidad. El mensaje que nos llega de la antigüedad no es gratificante, pero sigue siendo tan verdad hoy como hace dos mil años. Como acaba de demostrar el idealista, intelectual y fracasado Ed Miliband, los políticos que prosperan son los que se relacionan con el mundo como es, no como ellos quisieran que sea”.

Si tomamos al pie de la letra el análisis que hace Carlin de la situación política en estos momentos, para qué tantas encuestas y vaticinios. Basta con aplicar cierto sentido común al estado de cada ciudad para entender cómo puede responder el electorado.

Y sí, puede que no ayude el hecho de que la situación de esta ciudad pasa hasta hoy por la Feria del Caballo, que siempre se cuela en la campaña electoral de las municipales -como El Rocío se cuela en cada noche electoral, a riesgo de que los vencedores confundan bendiciones con resultados, del mismo modo que Don Quijote veía gigantes donde sólo había molinos-.

Pero la feria, al menos, contribuye en cierta forma a humanizar la campaña, a desposeerla del discurso cautivo en favor del trato directo con los candidatos, algo que te permite descubrir que detrás de Ganemos hay un líder más que interesante, pese a la ingenuidad política de algunas de las propuestas que legítimamente defiende; que Carlos Pérez va impulsado en una nube naranja desde la que pretende no perder el contacto con el suelo -pero nube a fin de cuentas, con sus pros y sus contras-; que a Raúl Ruiz Berdejo le viene muy bien la compañía de Cárdenas o Castro para impulsar su proyecto, en el que echaré en falta a Del Valle; que el trabajo realizado debería pesar más que las sombras que persiguen a Foro en este momento; que el PSOE siempre contará con gente -muy buena gente- dispuesta a entregarse por la causa; o que la sinceridad le sienta muy bien a Pelayo, en especial cuando sobresale sin titubeos.

Por eso mismo, y porque me puede el cansancio de todo lo demás, me conformo con que alguien me despierte el 24.

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