Eran muchos los que habían hablado del “efecto Marino” y muchos los que se preguntaban sobre el alcance que podría tener este supuesto efecto, en un territorio tan poco amigable para el Partido Popular como históricamente ha sido Alcalá la Real. Pero ni siquiera una campaña ambiciosa, trabajada y en la que no se ha escatimado ni en dedicación ni en recursos ha sido suficiente para superar lo que parece un infranqueable techo para el PP en nuestro municipio.
Contentarse con ocho concejales y decir que “desde que se inició la carrera siempre he ido por delante y con el rival bien lejos”, no parece muy realista, sobre todo porque aquí los puestos de llegada los marcan los ciudadanos. Por otro lado, la triste perspectiva de sumar cuarenta años en la oposición por parte del PP, un registro poco menos que inédito en municipios de más de 20.000 habitantes, no parece que invite demasiado a sacar pecho.
Si diferenciamos entre las aspiraciones y la realidad local, el resultado logrado por el PP puede situarse en el terreno de lo previsible. En un contexto de desgaste general para el partido en el gobierno de la Nación, la formación paga el precio, también en Alcalá, y lo hace mermando en concejales, pasando de nueve a ocho, y en número de votos, cayendo casi 740 sufragios respecto a los buenos resultados de hace cuatro años. Pese a ello, estamos ante el segundo mejor resultado en la historia del PP en Alcalá la Real, claramente por encima del tercero mejor, logrado hace veinte años, en 1995, cuando otra importante crisis afectaba a nuestro país. Está claro que las coincidencias no existen.