Por tanto, lo que ocurra con Garoña (el Gobierno debe decidir antes del 5 de julio si prorroga su licencia de explotación) no “prejuzgará” el futuro del resto de plantas nucleares españolas.
Cuando llegue ese momento, añadió el ministro, los argumentos que se tendrán en cuenta para decidir el futuro de las centrales nucleares serán los que aparecen en el programa electoral del PSOE, que es “muy claro” en ese punto y que “yo comparto plenamente”.
Sebastián respondía así a la diputada popular Sandra Moneo, quien en la sesión de control al Gobierno del Congreso de los Diputados preguntó por el futuro de Garoña y criticó el “papelón” que está haciendo el ministro para dar “cobertura a la locura” en la que le ha metido el presidente, José Luis Rodríguez Zapatero.
“Quién le ha visto y quién le ve”, espetó Moneo a Sebastián. “Creo que es el momento de hablar claro”, añadió la diputada del PP, quien aseguró que si Garoña se cierra será por cuestiones “exclusivamente” políticas porque “no hay ni una sola razón, ni un solo motivo para que esta planta no pueda seguir funcionando”.
Todo lo contrario de lo que opinan los responsables de Ecologistas en Acción y Greenpeace, quienes ayer acudieron al Ministerio de Industria para depositar “la llave que cierra Garoña”.
Acompañados de una treintena de activistas vestidos con monos blancos y la pancarta “Garoña, cierre ya”, los responsables de energía nuclear de Ecologistas en Acción, Luis González Reyes, y de Greenpeace, Carlos Bravo, depositaron una gran llave de cartón a las puertas del Departamento que dirige Miguel Sebastián.
En declaraciones a los periodistas, Reyes, denunció que Garoña es una instalación “insegura”, “sobradamente amortizada” y “totalmente prescindible” porque “un tercio de la energía eléctrica que generan las centrales españolas se vende a Francia”.
Por su parte, Bravo, subrayó que el cierre de Garoña sólo perjudica a las empresas propietarias, Iberdrola y Endesa, “que quieren seguir lucrándose con esta central”.
