Festejo fuera de abono y hasta el momento último anunciado de la temporada. Se han lidiado tres toros (1º-2º y 3º) de la ganadería portuguesa de Dias Coutinho -(reglamentaria pero exageradamente despuntados)-; el primero brusco, el segundo imposible y el tercero bueno; y tres (4º-5º y 6º) de Benítez Cubero (con más presencia y cuajo) colaboradores para la lidia. Rejoneadores Joao Telles, sustituto del anunciado Ginés Cartagena, (Casaquilla verde esperanza): ovación y vuelta; Pérez Langa (Chaquetilla terciopelo azul): tres avisos y ovación; y Miguel Moura (Casaquilla verde botella): oreja y ovación. Un cuarto de entrada.
Joao Telles lidió en primer lugar a un astado que no le permitió el lucimiento desde que saltó al ruedo. El toro salió muy frio y no hacía por seguir al caballo, ni tan quisiera tras ser castigado con dos rejones. En banderillas se mostró reservón y arreaba con una incierta embestida. Lo despenó de dos pinchazos y rejonazo.
El cuarto de la tarde tuvo buen son. El caballero rejoneador le puso dos rejones de castigo. Con las zarpas la labor del portugués fue buena debido también a la gran condición del toro. Lástima que lo descoordinara con el rejón de muerte lo que le privó de cortar una oreja.
El único representante español en el cartel era el maño Pérez Langa. En primer lugar sorteó al garbanzo negro de la tarde. Un animal sin hechuras de bravo, más bien parecía un cruzón, que siempre estuvo a la defensiva haciendo su lidia imposible. Además hirió de gravedad al caballo “Fandiño” tras un arreón que sorprendió al rejoneador en el tercio de banderillas. A la hora de matar se puso muy complicado echando la cara arriba cada vez que el caballero quería clavar el rejón. Pese a esa dificultad Langa consiguió meterle dos rejones y medio que no fueron suficientes para “mandar a los infiernos” a tan manso ejemplar. Resignado escuchó los tres avisos. Laboriosa y larga fue la tarea de devolver al astado a los corrales ya que no seguía a los cabestros ni se dejaba atronar desde las tablas. Milagrosamente y tras veinte minutos de intentos los bueyes consiguieron tirar del toro hacia los corrales.
El quinto de la tarde fue harina de otro costal. El animal tuvo buen son de salida persiguiendo con fijeza al caballo. En el tercio de banderillas el rejoneador conectó con el público clavando muy acertadamente. Al final de la faena todo se enfrió al pasar varias veces en falso, tanto al intentar poner un par de cortas a dos manos, como a la hora de lograr un rejón muy contrario. Echó pie a tierra y no anduvo acertado con el descabello.
Al hijo pequeño del maestro Joao Moura se le ha notado que viene de buena “reata”. En el tercero de la tarde estuvo vistoso en su labor con las zarpas siempre bien aconsejado desde el callejón por su padre. Tras un rejón consiguió la única oreja del festejo.
En el sexto se mostró algo amontonado no sabiendo en esta ocasión sacar partido de la bondad que el pupilo de Cubero atesoraba. Aunque sus condiciones son muy buenas para ser “gente” en el rejoneo, aún tiene que “cocer más los garbanzos” para que cojan la cochura correcta.