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El pregón es una crónica histórico-sentimental de la Semana Santa

Pedro Lozano hizo doctorado de su recorrido por las hermandades con el Arcos arquitectónico y más costumbrista de fondo

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El pregonero Pedro Lozano Ramírez.

Pregonero y autoridades.

La presidencia del acto.

Las presentadoras del pregonero.

La presidencia del acto.

Pedro Lozano Ramírez habló de tú a tú a la Semana Santa de Arcos aunque sean palabras mayores… De tú a tú porque lo trae mamado y porque, como religioso, bien conoce las motivaciones y las dudas que a cualquier pregonero le acompañan en su oficio. Visto desde fuera, el temor era el de un día de lluvias, que no lo sería durante el pregón. La fecha marcada en rojo por el Consejo Local de Hermandades y Cofradías llenó el patio de butacas del teatro Olivares Veas de cofrades, familiares y amigos todos.

Más que nervios, había responsabilidad entre esas pastas de color verde que encerraron un pregón elaborado con mucho tiempo de antelación para, como el buen vino, madurarlo. Las primeras palabras del pregón fueron del cofrade Miguel Ángel Roldán para desear pronta recuperación al también pregonero Pedro Sevilla. Otro Pedro, Pedro Lozano, abrió en el último domingo de la Cuaresma una nueva página de los misterios en torno a la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, para invitar a disfrutar de “la palabra viva” inicialmente de las presentadoras del pregonero amigo, las jóvenes Ana e Isabel, quienes al alimón redescubrieron a un Jesús pescador de hombres y esbozar la biografía de un hombre nacido en 1978 en el seno de una conocida familia de Arcos, que estudió Teología en Sevilla y Jerez, y que fue ordenado diácono en 2012. Fue en la Catedral de Jerez donde se hizo cura, para ejercer después en varios municipios de la Sierra; ahora en Santa María Magdalena de Puerto Serrano.

 

Este “cura de puertas abiertas” y hermano de varias cofradías de Arcos, Sevilla y Jerez comenzó su pregón evocando la Semana Santa y encomendándose a San Miguel bendito. Tras los saludos de rigor, dibujó en la memoria colectiva los recuerdos de una semana que huele y sabe a bollos de Arcos y a costumbres ancestrales, así como un ritual de preparativos en torno a la familia y a la hermandad. El pregonero se detuvo en el oficio de capataz que tan bien conoce, para concluir que éste es “un milagro de Dios”. A partir de ahí, versos dedicados a costaleros y cargueros de cada una de las hermandades arcenses.

El pregonero hizo referencia a la figura del ‘armao’, también a las bandas que han acompañado a las hermandades, entre ellas los recordados como “balillas”. Sonó entonces la música de capilla… y, en su voz, las marchas cofrades de las que guarda un grato recuerdo.

El pregonero mostró su lado más poético y leyó: “… Contemplo tu llaga, desde las sienes a los pies, mostrado tu amor, reflejado me veo también. Soy yo quien te ha hecho, quien te ha clavado, un estandarte me hice con Dios encarnado. Coronas de espinas clavé en tus sienes...”. “Tus rodillas aliviaron mis caídas cuando la vanidad no me sostenía. Tus pies clavados enderezaban mis pasos, cuando caminaba buscando otros ocasos. Tus manos clavadas esclavas se hicieron para librarme de la pena y llevarme al cielo. Tu espalda se prestaba para desahogar mi vida, para que vea mi hermano el rostro que da la vida. Tu divina cara la ofrecían a salivazos para enseñarme la verdad en un solo trazo. Tus frágiles mejillas fueron abofeteadas, mis buenos gestos se encargan de repararlas...”.

El pregonero tiró de recuerdos y vivencias en sus hermandades, de anécdotas entre el Prendimiento y el Perdón…, desde el lustre al olivo a las compras en los establecimientos más tradiciones: Almacenes Porro, Ferretería Reynaldo… Nuevamente se aferró al verso: “Señor que dejas prender por tus devotos hermanos que te demuestran su amor cada Domingo de Ramos...”. “Jesús del Soberano Poder, Cristo de mirada serena, que te ves prendido por una falsa condena. Escoltado por el sayón te llevan al dolor y la pena, Cristo redendor de cautivos...”. Palabras para “El Señor de los Estudiantes” que darían paso al Lunes Santo: “Tú Señor poderoso, protección les das; ellos te aclaman y tú los escucharás. Atiende sus peticiones y cumple sus promesas, asiste a tantos caídos que a ti se presentan. Arcos te espera otro año más, la cruz de cada día enséñanos a llevar; rostro de Cristo caído que fuerzas nos das, ¡déjame elevarte al cielo en la última levantá!”.

En un orden cronológico, fue derivando en la historia y peculiaridades de San Antonio, la curiosa forma de desfilar de la hermandad y las dificultades de un palio, el de la Virgen de la Paz, que no podía entrar por las calles más estrechas. “… Seamos instrumentos de Dios. Santo franciscano, patrón de las solteras, dales mocitos si te lo pidieran, Santo milagrero eres el que das pan a los más pobres, haz que tus obras nos lleven a ver a Dios en los hombres”.

Ya con la simbólica luna llena, regresó imaginariamente a su Santa María para explicar los sentimientos y esfuerzos que encierran la procesión del Santísimo Cristo del Perdón que, bajando sus gradas “desafía a la naturaleza”; una estampa clásica en Arcos que inspira tranquilidad. Dedicó a estas alturas de su pregón unos versos a María Santísima de la Piedad: “Virgen dulce cara que a los pies de Cristo estás...”. “… Piedad con nosotros, que cada año volvemos la vista atrás prometiéndole que vamos a cambiar. Pero la debilidad humana nos lleva a pecar...”.

Después habló de los 800 años de devoción en torno a la ermita del Corpus Christi, a la hermandad del Jueves Santo que en San Juan de Dios quiso estar. Y la Madre, la Virgen de las Angustias “Madre del redentor en la Vera Cruz”, “Señora de la Corredera” y “Madre de San Juan de Dios”.

Y con el Jueves Santo llega también la segunda procesión del día en Arcos, la de ‘El Silencio’, a la que el pregonero dedicó una exaltación de detalles procesionales pero sobre todo sentimental: “… Te lleva tu hermandad, tendido y sin parihuelas, alumbrado de antorchas por las callejuelas. Gran signo de amor son tus llagas serenas, Cristo de Remedios y Paz que San Pedro consuelas. El pueblo santo te ve pasar, no se mueve el viento, todo se paraliza cuando pasa El Silencio”.

Del Nazareno estableció un curioso diálogo entre Nuestro Padre y San Antonio cuando ambos se encontraron en el interior de la parroquia de San Francisco en pleno temporal de lluvias el pasado año… Antes, el pregonero, describió al Nazareno de Arcos: “… Hombre Dios cargado de cruz, se sumerge en la madrugada fría y hostil, llevando un carga que no le es afín, pues él no ha hecho nada, pero a pesar de eso se carga con nuestras faltas. Le llueven las saetas y las plegarias, Cristo paciente por Arcos avanza, de punta a punta lo recorrerá. El regidor perpetuo bendiciendo la ciudad...”.

Tras hablar de “La Rosa de San Agustín” (por Nuestra Señora del Mayor Dolor y Traspaso) como una mujer bella eclipsada por su Hijo, describió de nuevo con versos una larga madrugada que da pie, “tras una duchita rápida” a la siguiente cita plástica de Arcos con la hermandad del Dulce Nombre. “… Niño bonito, no has hecho nada, pero te ha tocado una carga pesada. Lleva la cruz de toda la humanidad, el hombre no es capaz de entrar en tu divinidad; eres pastor y guía, siendo tan pequeño de todo el género humano eres Dios y dueño. Haznos como niños para en el reino entrar. Alcancemos tu gloria para contigo siempre jugar”.

Pedro Lozano nos situó en el patio de San Pedro, en una tarde fría y ante una imagen tétrica. Sale de la parroquia la hermandad vestida de negro para acompañar a Jesús en su sepulcro y a Nuestra Señora de la Soledad: “… mirando tu sepulcro, Tú que eres Dios cedes ante el mundo. Salvaste a ciegos y cojos, te veo derrotado. Tengo pena en los ojos al verte enterrado. Cierro tu sepulcro y mañana vendré, como la Magdalena, a ungir tu piel. Regad la semilla recién plantada, Cristo descansa en la urna plateada”.

El pregonero iba alcanzando el final de una pena que “no puede terminar en horror”, para entrar en la Resurrección ‘In albis’ que Arcos vive y en sus sentimientos hacia la patrona, la Virgen de las Nieves. Pero quiso dejar al Señor para el final porque queda su cruz como signo. Se refería, claro está, a su Cristo de Vera Cruz.

Ya para finalizar, un homenaje al Arcos arquitectónico que tan soberbio marco estético presta a nuestra Semana Santa. Digna de mención fue la intervención de la banda municipal de música Vicente Gómez Zarzuela, que supo acompasar perfectamente las palabras del pregonero.

Las palabras del secretario del Consejo, del asistente eclesiástico y del alcalde, Isidoro Gambín, cerraron el acto en un día especialmente ambientado en Arcos a pesar de la lluvia, gracias a la solidaria carrera popular, pero esa es otra historia...

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