La decisión adoptada ayer por la Comisión Ejecutiva del PSOE-A de nombrar portavoz parlamentario a José Fiscal en sustitución de Mario Jiménez, que ocupaba el cargo desde 2013, supone el fin de una historia de "desamor" entre este y la secretaria general de los socialistas andaluces, Susana Díaz.
La historia comenzaba hace unas tres décadas en las Juventudes Socialistas. Allí coincidieron dos jóvenes, él natural de Moguer (Huelva), ella del barrio sevillano de Triana, aunque todavía no sabían que estaban llamados a desempeñar en el futuro cargos de máxima responsabilidad en el PSOE andaluz
Sus carreras en el seno del partido desde entonces fueron discurriendo en paralelo -a ninguno de los dos se le conoce el desempeño de otra tarea más allá de la política- y la sintonía entre ambos era evidente.
En 2010, ambos apoyaron sin fisuras a José Antonio Griñán, por entonces presidente de la Junta de Andalucía tras suceder a Manuel Chaves, para que ocupara la secretaría general del PSOE andaluz frente a sus detractores.
Desde entonces y hasta que en agosto del 2013 Griñán abandonó la política tras el estallido del caso de los ERE, tanto Jiménez como Díaz se habían posicionado -uno a nivel orgánico como vicesecretario de Organización del PSOE-A, y la otra a nivel institucional como consejera de la Presidencia- para ser sus sucesores.
Y ello dio lugar a uno de los primeros desencuentros visibles entre los dos jóvenes; se postularon como candidatos para hacerse con la secretaria general del partido en Andalucía, pero en noviembre de 2013 ganó la batalla la sevillana, quien además ya había logrado, apenas dos meses antes, convertirse en la primera mujer presidenta del Gobierno andaluz.
Pese a que la relación entre los dos no era la mejor, con desencuentros más que evidentes, decidieron cerrar filas en torno al partido: Jiménez fue nombrado portavoz parlamentario y se convirtió en un férreo defensor del gobierno de Díaz y le dio su apoyo incondicional.
Sin embargo, con el devenir de los años la relación entre ambos, han apuntado a Efe fuentes del entorno de Jiménez, se ha ido deteriorando hasta el punto de que en la actualidad era "prácticamente inexistente".
La pérdida de confianza de Díaz en Jiménez habría pesado a la hora de optar por su relevo, en el que también ha influido la necesidad de "un cambio" después de que el PSOE fuera apeado del Gobierno andaluz tras 37 años.
La reciente recomposición de las relaciones con el líder del PSOE, Pedro Sánchez, también ha podido influir en la decisión de Díaz de prescindir de Jiménez, quien presidió la gestora del partido tras la dimisión de Sánchez como secretario general.
Fuentes socialistas aseguran, sin embargo, que Jiménez, como otros destacados miembros del partido en Andalucía, trataron de convencer a Díaz hace meses de la necesidad de un "acercamiento" entre el PSOE andaluz y el federal.
Pero hay otras cuestiones que han podido influir en la decisión de Díaz de apartar a Jiménez, como los "escándalos" del PSOE de Huelva, del que el hasta ahora portavoz parlamentario fue durante muchos años la principal cabeza visible.
En la actualidad, el PSOE de Huelva es liderado por su cuñado, Ignacio Caraballo, investigado judicialmente por el presunto soborno a dos concejales de Sí se Puede Aljaraque, que lograron frustrar una moción de censura contra la alcaldesa socialista, Yolanda Rubio.
Lo cierto es que la decisión de relevo del moguereño "no le ha cogido por sorpresa", según aseguran desde su entorno, aunque ello no quita que se encuentre "mal y se sienta dolido y decepcionado".
Por el momento, Jiménez guarda silencio sobre lo sucedido, aunque su hermano, el periodista Juan María Jiménez, ha evidenciado a través de su perfil de Twitter el sentimiento que asalta a familiares y amigos y a aquellos que le son afines: "Cuando la lealtad se paga con deslealtad".