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¡Ánimo!

Artículo de opinión de Miguel Ángel Rincón

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  • La gente trabajando con todas las medidas de seguridad. -

MIGUEL ÁNGEL RINCÓN

Me levanto a eso de las ocho y media (más o menos), abro el balcón de par en par y me encuentro la sierra en el horizonte, con su amplia variedad de verdes. Vienen a mis oídos, entonces, los cantos de tórtolas, gorriones, jilguerillos, carboneros, pardillas, vencejos…, que campan a sus anchas en nuestras calles desiertas. Quizá se pregunten por los humanos, ¿dónde se habrán ido estos humanos tan pesados? De vez en cuando se ve algún coche, alguna persona que sale a comprar lo básico, a pasear al perro (o a que el perro lo pasee), al cartero repartiendo en su llamativa motocicleta, a la policía patrullando las calles en busca de algún incauto, y poco más.

Qué bien se encuentran en estos días los animales silvestres sin nosotros. El otro día me mandaban una foto de unas cabras montesas en mitad de la carretera de Benamahoma a Grazalema. Estaban tranquilas, a lo suyo, sin temor a que algún coche se las llevase por delante. En un pueblo de Málaga captaron la curiosa imagen de varios ciervos paseándose por las calles y plazas. A la naturaleza, este confinamiento humano le está viniendo genial; ha bajado de una manera importante la contaminación en las ciudades y en nuestros cielos; hay más silencio, menos suciedad, etc.

Muchos dirán, y con razón, que a parte de esta idílica estampa que estoy mostrando, también están los fallecidos, los enfermos, el desempleo, la crisis económica que se nos viene encima, etc. Sí, pero como nos pongamos a pensar en eso, nos entrará una depresión de caballo. Hay que mantener el ánimo, la positividad, nos queda poco para poder salir y volver a la rutina de siempre, ya vendrá, también, el tiempo de los abrazos y los besos. Mientras tanto conformémonos con las videollamadas, ¡Ay! Si esto nos llega a pillar en los años 80 o 90, sin internet y con tan sólo dos o tres canales de televisión…otro gallo nos cantaría. Aunque no debemos olvidar que en nuestro país hay familias que no tienen recursos para aguantar este confinamiento, esas personas sí lo están pasando mal de verdad, y no nosotros, que nos quejamos por no poder salir pero en nuestros hogares tenemos todas las comodidades habidas y por haber. Sí, no hay que mirar a otros países que, ciertamente, están empobrecidos; en nuestro pueblo, en nuestro barrio, en nuestra calle, puede que existan familias que hoy no tengan qué comer.

Ojalá les lleguen las ayudas pronto, una renta básica para, al menos, alimentarse como es debido. Si esa gente tiene esperanza y ánimo, cómo no lo vamos a tener los demás.

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