La leyenda del conjunto más laureado de la historia en la Copa de Europa-Liga de Campeones cumple este sábado 64 años, los que han pasado desde que el Real Madrid ganó el primero de sus trece títulos en el Parque de los Príncipes de París ante el Stade Reims.
La idea propuesta por el periodista de 'L'Equipe' Gabriel Hanot, como respuesta a las pretenciosas afirmaciones desde el Reino Unido sobre un hipotético reinado del Wolverhampton, encontró su respaldo en un numeroso grupo de clubes europeos y dirigentes, como Santiago Bernabéu, y al final, tras numerosas reticencias, con el respaldo de las organizaciones futbolísticas.
Un mes después de las reuniones iniciales entre estos 'ideólogos' y los clubes, el 7 de mayo, la FIFA dio el visto bueno. La UEFA hizo lo propio el 21 de junio. La Federación Española cursó la inscripción del Real Madrid al mes siguiente.
El primer partido de la competición se disputó el 4 de septiembre en el estadio Nacional de Lisboa entre el Sporting de Portugal y el Partizán. Joao Baptista Martins anotó el primer gol y el choque concluyó con empate a tres.
Cuatro días después, el 8 de septiembre de 1955, en el estadio Charmilles de Ginebra, el Real Madrid se estrenaba en la que se convertiría en su competición fetiche.
Con el Servette como rival, Miguel Muñoz y Héctor Rial fueron los primeros artilleros de un cuadro blanco que ganó su primer partido por 0-2. Luego, en la vuelta un doblete de Alfredo di Stéfano, Joseíto Iglesias, Héctor Rial y Luis Molowny sellaron el 5-0 para superar la eliminatoria inicial de su historia.
El Partizán, su siguiente rival, sucumbió en Madrid por 4-0, pero la vuelta fue terrible para el Real Madrid, que cayó por 3-0 en un campo helado y estuvo cerca de ser eliminado.
También resultó sufrida la semifinal. El Milan de los Nordhal, Schiaffino y compañía fue un oponente tremendamente duro. Tras la ida con victoria madridista por 4-2 con goles de Héctor Rial, Joseíto, Roque Olsen y Di Stéfano, la vuelta fue muy complicada.
El planteamiento algo más que conservador de José Villalonga otorgó firmeza y seguridad atrás al Real Madrid, aunque los milanistas inquietaron en varias ocasiones a Juanito Alonso.
Tras el descanso y varias aproximaciones peligrosas del Milan, una contra lanzada por Héctor Rial sobre Paco Gento acabó en gol de Joseíto.
No tenía, sin embargo, el pase hecho el conjunto blanco, porque el colegiado austríaco Steiner decretó dos penas máximas muy protestadas que transformó Giorgio dal Monte. Para su fortuna, la segunda se produjo a cuatro minutos del final y el Milan no tuvo ya tiempo para impedir que el Real Madrid accediera a la lucha por el título.
Su rival en el estadio Parque de los Príncipes sería el Stade Reims liderado por Raymond Kopa (posteriormente fichó por el Real Madrid), que había superado al Aarhus danés, al Voros Lobogo húngaro y al Hibernian escocés.
En la víspera los jugadores blancos pasearon junto al Arco del Triunfo parisino. Toda una señal. Y eso que el equipo que adiestraba Albert Batteux tuvo un inicio fulgurante y pareció encarrilar el choque con los goles de Michel Leblond y Jean Templin en los diez primeros minutos.
Villalonga, cordobés de nacimiento, que había dirigido a atletas militares en la década anterior y que tenía grandes conocimientos de preparación física y destacaba también como formador de jugadores, fue el arquitecto de este imborrable Real Madrid, un equipo que aunaba calidad y carácter.
Alineó en la primera final de la historia a Alonso, Atienza, Marquitos, Lesmes, Muñoz, Zárraga, Joseíto, Marsal, Di Stéfano, Rial y Gento.
Justo este espíritu fue el que negó la rendición, como reconocería después Paco Gento, uno de sus alumnos aventajados. Y el enfado de Alfredo di Stéfano. Una arrancada de Miguel Muñoz culminada por la 'Saeta Rubia' despertó al Real Madrid, que a la media hora lograba el empate con un remate de Héctor Rial tras un saque de esquina de Joseíto.
Aún así, el potente Stade Reims volvió a tomar la delantera tras el descanso por medio de Michel Hidalgo, que bastantes años después se convertiría en seleccionador francés muy reputado.
La fe inquebrantable mantuvo de pie al cuadro madridista. La respuesta, cinco minutos más tarde, llegó con el 3-3, obra de Marquitos, y el remate con un centro de Paco Gento que transformó Héctor Rial en el 4-3.
Fue el Real Madrid en su máxima expresión. Pura esencia. Entusiasmo, carácter, espíritu, clase y calidad metidos en el mismo frasco. Fue el inicio de la época más gloriosa, de un equipo histórico que enlazó cinco títulos consecutivos. Un logro que nadie ha conseguido ni aproximarse. Tan solo equipos míticos como el Ajax de Johan Cruyff y el Bayern Múnich de Franz Beckenbauer y el propio cuadro blanco de Zinedine Zidane, con sus tres coronas seguidas, pudieron acercarse.