El entonces presidente del Real Instituto Elcano Emilio Lamo de Espinosa aseguraba en una entrevista en www.eldiario.es en junio de 2018 que “soprendentemente, en España no tenemos una opinión pública xenófoba o antiinmigración como la hay en toda Europa. Esto viene a demostrar una gran sensatez, equilibrio y prudencia de la sociedad española que ha sabido ver todo ese escenario de la inmigración con una actitud mucho más receptiva y abierta. A pesar de los atentados yihadistas, que los ha habido y duros, aquí no ha habido ni una sola movilización antimusulmana, en ningún sitio”.
Apenas unos meses después, la formación de Santiago Abascal irrumpió en el Parlamento andaluz, cosechó unos excelentes resultados en las elecciones europeas y se situó como tercera fuerza en el Congreso de los Diputados. Si bien es cierto que estos primeros triunfos son atribuibles al conflicto catalán, apuntan Carmen González Enríquez y Sebastián Rinken, autores del estudio La opinión pública ante la inmigración y el efecto de Vox, señalan que, aparecen de forma secundaria otros elementos como “la reacción cultural contra el feminismo, la presencia pública de los Lgtbi, el animalismo, le cosmopolitismo y también la inmigración”.
Esto último ha ido cobrando un mayor protagonismo, hasta el punto de que el líder del partido pronunció un durísimo discurso en el último Pleno del año pasado en el que aseguró que “no necesitamos miles de ilegales para pagar pensiones” y “ninguno de los menas que roban, que agreden o que violan en la Casa de Campo de Madrid o en el resto de ciudades españolas han venido a aportar nada a España”.
Los responsables de la investigación concluyen que en los dos últimos años se aprecia un cambio de tendencia, “cierto deterioro de la opinión pública española hacia la inmigración”, pero admiten que “resulta imposible discernir hasta qué punto ese deterioro es resultado del mensaje de Vox y hasta qué punto se debe al cambio de contexto (la crisis económica, la pandemia, las llegadas irregulares a Canarias)”.
Lo que sí constatan es el efecto de Vox en “la creciente divergencia de las opiniones sobre la inmigración en función de la posición ideológica de los individuos”. La polarización, concluyen, “congela las opiniones al adscribirlas a una ideología y tiñe los argumentos de antemano de carga partidista”, borrando de de un plumazo en un tiempo récord lo que justo Lamo de Espinosa valoraba de la sociedad española, el debate racional y sereno.
Ante esta situación, preocupante, es más que necesario dar a conocer la labor de asociaciones como Voluntarios por otro Mundo, capaz de ofrecer oportunidades a los jóvenes extutelados que quedan desamparados por las administraciones. La falta de asistencia institucional los condena a la calle y la marginación. La ONG, junto con empresarios del sector agrícola de Huelva, les permite ganarse la vida en colocaciones que la mano de obra nacional rechaza. Merece la pena conversar con chicos como Ayoub o Balil para confrontar prejuicios con las realidades personales. Ahí se diluye el efecto Vox.