Cuando la sequía aflora, la lupa se pone sobre el consumo de los campos de golf. A ellos también les afecta y llevan años luchando contra la escasez del líquido elemento. Se abastecen de agua regenerada, utilizan plantas más sostenibles e incluso rediseñan los campos.
Un estudio del uso del agua en los campos de golf españoles elaborado por la Real Federación Española de Golf en colaboración con las principales asociaciones de este deporte (Asociación Española de Greenkeepers, Asociación Española de Gerentes del Golf, Asociación Española de Campos y PGA de España) apunta que casi el 80 por ciento de los campos de golf españoles de menos de 18 hoyos, y más del 60 por ciento en el caso de los campos de 18 hoyos o más, utilizan para su riego agua regenerada o desalada no apta para el consumo humano.
Esos porcentajes se disparan en Andalucía. La razón es obvia. "Aquí llueve menos", indica a Efe Pablo Mansilla, presidente de la Real Federación Andaluza de Golf.
Allí empezaron a "apostar por la regeneración del agua" en 1995. En aquellos años comenzaron a conectar las estaciones depuradoras de aguas residuales con muchos campos de la Costa del Sol.
Hoy en día, apunta el dirigente, "en torno al 80 por ciento del riego se realiza con aguas recicladas" y trabajan con las administraciones "para conseguir canalizaciones e intentar algún día llegar al cien por cien".
Precisa que "la calidad del agua regenerada es muy alta", pero a veces no alcanza el nivel que necesita un campo de golf. "Muchas veces llega con salinidad, con conductividad y eso perjudica a la hierba", advierte. Un hándicap que contrarrestan con la variedad de la planta que utilizan. "Trabajamos con césped 'Ray Grass Bermuda 419' que disminuye la necesidad de agua un 50 por ciento y seguimos investigando para encontrar plantas que admitan mucha más salinidad, que casi, casi puedas regar con agua del mar", apunta.
Esa variedad de tepe tolera el riego con aguas residuales y de la industria alimentaria, tiene un bajo perfil de drenaje y puede tolerar una concentración de sales totales de hasta 2.500 partes por millón.
Además, recurren a sistemas de riego inteligentes y saben qué cantidad de agua necesita cada metro cuadrado. Son unos 7.000 metros cúbicos de agua por hectárea y año, lo que da unos 250.000 metros cúbicos de agua anual en cada campo.
En todo caso, los campos andaluces, según el ente federativo, representan solamente el 0,3 por ciento de la superficie total del regadío de esa comunidad autónoma. Del 1,1 millón de hectáreas de regadío agrícola en Andalucía, el golf riega 3.500 (y el 80 por ciento usan aguas recicladas).
Mansilla defiende que los ingresos por metro cúbico de riego empleado en golf superan los ingresos de cualquier otro cultivo. Los campos de golf andaluces facturan directamente 220 millones de euros anuales y generan 2.200 millones, dan empleo directo a 5.000 personas e, indirecto a otras 45.000.
"Apostamos por la regeneración de agua y además producimos mucha riqueza en Andalucía. Nos miran con lupa solo algunos porque, en general, en Andalucía tienen buen concepto del golf, sobre todo las autoridades, que entienden que creamos riqueza", argumenta Mansilla.
En su opinión, "agua regenerada hay para todos porque en los campos no llegamos a usar el 10 por ciento de la que se recicla, así que el 90 por ciento va al mar".
"Regenerar el agua cuesta dinero y necesitas un producto que sea suficientemente rentable como para que te merezca la pena adquirirla, pero sobre todo conducciones, y en eso vamos de la mano de la Junta de Andalucía y sé que se está poniendo las pilas. De hecho, en el último decreto del agua hay mucha inversión en conducción de agua regenerada", sostiene.
La partida presupuestaria de los campos de golf en agua regenerada es "muy importante", tanto, que, como señala el presidente de la Federación Andaluza, "incluso" provoca que "se rediseñen y modifiquen los campos de golf para quitar zonas regables (convertir los rough -borde de la calle- en zonas áridas) y así regar lo menos posible".
Y no todo el agua acaba en el césped. Hace menos de un año, en el incendio de la Sierra de Mijas, dos campos de golf se convirtieron en cortafuegos y sus embalses fueron aprovechados por los equipos de extinción.