Caricatura de la receta de los dioses

El día que descubrí a dios, mi dios, estaba intentando robar un tanga en una terraza de Jerez. Entonces, una luz cegadora tronó con voz grave: “No lo hagas, Younes....”, me dijo, “¿por qué?”, le pregunté, “porque ese tanga es el de la abuela”.

Solté las bragas y traté de huir, pero nadie puede esconderse del Señor. Mi Señor, que es el mejor dios de todos, no me juzga, sino que os juzga a vosotros, a vosotras. Conmigo es un ángel. Además, no quiere profetas, ni que su palabra se extienda por las desérticas almas que pueblan la tierra, ni que nadie siga sus dictados, sólo yo. En su opinión, haga lo que haga, yo iré al cielo y vosotros, hagáis lo que hagáis, iréis al infierno. Pero no hay por qué preocuparse, vuestros dioses me mandan a mí al infierno y aquí estoy, sin quejarme.

Mi dios, que es más onmipotente pero menos onmipresente que los vuestros, no entiende a los fieles que se enfadan si un tipo en Dinamarca, que no lo conoce ni su madre, dibuja a un hombre con turbante y explosivos, y sin embargo, no ponen en grito en el cielo cuando a su alrededor la miseria se clava hasta en los ojos de los niños. Mi dios no entiende que se denuncie a Javier Krahe por un vídeo (de pésima calidad) en el que explica cómo cocinar un crucifijo, y no se denuncie a tantos políticos, políticas, banqueros, banqueras, y tantos hijos de ‘luna’ que se dedican a alabar, día sí, noche también, las virtudes del egoísmo, la avaricia y la ambición, negando al ser humano la dignidad, el pan y la sal.

A mi dios, que se niega a afirmar que me creó a su imagen y semejanza porque cree que soy más feo que una cabeza de pescado en un vertedero en pleno agosto, le importa un bledo que se metan con él, que lo cocinen, que lo dibujen, que le insulten, que se rían de sus costumbres... pide respeto, sí, pero sobre todo, pide respeto entre los seres humanos, entre nosotros. Pide amor, nada más y nada menos....