El paro biológico del sector no se deja sentir en el mercado
La llegada de pescado de otros puertos evita que falte mercancía en las pescaderías
Antonio Ares, presidente de la Asociación de Nuevos Armadores, se lamentaba hace unos días de las consecuencias que podrá tener el paro biológico que soporta el sector de arrastre del Golfo de Cádiz desde el pasado 23 de septiembre y hasta el próximo noviembre, por cuanto aventuraba que algunos barcos quizás no fueran capaces de reincorporarse a la actividad. La situación económica, difícil en estos momentos, es más complicada para los pescadores que observan además cómo en los mercados no se deja sentir este paro. Y es que la mercancía sigue llegando a la lonja con absoluta normalidad. Procede de otros puertos, de Barbate, de Marruecos, y los vendedores del Mercado de la Concepción aseguran que “el pescado está al mismo precio, no hay diferencias”, explica Juan José Soto, quien lleva al frente de su puesto casi tres décadas.
Sí han detectado algunos de los pescaderos consultados que en la lonja hay menos cantidad de mercancía para su subasta, pero debido a que la demanda es menor. Aseguran que el público es más reacio a comprar grandes cantidades y apuesta “por los pescados más baratos, como la caballa, la pescadilla y la acedía”.
Jesús, vicepresidente de Acodema, la asociación que aglutina a los comerciantes de la plaza, afirma que “para aviarse hay” y que no hay especie alguna que falte en el mercado. No obstante, reconoce que desde la entrada en funcionamiento de la nueva lonja, con tasas más elevadas, el pescado ha incrementado su precio. Y a ello se añade que los compradores deben pagar toda la mercancía en un plazo de 72 horas.
Achaca una disminución de las ventas, en parte, por las dificultades que presenta el centro en cuanto a aparcamiento y movilidad, lo que dificulta que los usuarios acudan de forma masiva hasta La Concepción. Pero reconoce que la crisis económica puede hacer más mella en la actividad. Y lo ejemplariza con el cierre de Delphi. “Cinco familias (de trabajadores de la planta de Puerto Real) ya no vienen a comprar”, lamenta.
Los usuarios de la plaza de abastos lo tienen claro “en general el pescado más caro lo compro menos”, aunque las amas de casa aseguran que siguen consumiendo la misma cantidad que antes.
Tampoco los vendedores de pescado se libran del pesimismo de los marineros, y algunos reconocen que la situación “está fatal”, no sólo porque la crisis les esté afectando “con el cierre de algunas empresas” o que las tasas elevadas que pagan en la lonja no pueden saltársela ni un poco. Y para colmo, el precio de venta de la mercancía baja. Si el año pasado se podía vender un kilo de cañaílla a seis euros, ahora nadie paga más de dos euros.
Sí han detectado algunos de los pescaderos consultados que en la lonja hay menos cantidad de mercancía para su subasta, pero debido a que la demanda es menor. Aseguran que el público es más reacio a comprar grandes cantidades y apuesta “por los pescados más baratos, como la caballa, la pescadilla y la acedía”.
Jesús, vicepresidente de Acodema, la asociación que aglutina a los comerciantes de la plaza, afirma que “para aviarse hay” y que no hay especie alguna que falte en el mercado. No obstante, reconoce que desde la entrada en funcionamiento de la nueva lonja, con tasas más elevadas, el pescado ha incrementado su precio. Y a ello se añade que los compradores deben pagar toda la mercancía en un plazo de 72 horas.
Achaca una disminución de las ventas, en parte, por las dificultades que presenta el centro en cuanto a aparcamiento y movilidad, lo que dificulta que los usuarios acudan de forma masiva hasta La Concepción. Pero reconoce que la crisis económica puede hacer más mella en la actividad. Y lo ejemplariza con el cierre de Delphi. “Cinco familias (de trabajadores de la planta de Puerto Real) ya no vienen a comprar”, lamenta.
Los usuarios de la plaza de abastos lo tienen claro “en general el pescado más caro lo compro menos”, aunque las amas de casa aseguran que siguen consumiendo la misma cantidad que antes.
Tampoco los vendedores de pescado se libran del pesimismo de los marineros, y algunos reconocen que la situación “está fatal”, no sólo porque la crisis les esté afectando “con el cierre de algunas empresas” o que las tasas elevadas que pagan en la lonja no pueden saltársela ni un poco. Y para colmo, el precio de venta de la mercancía baja. Si el año pasado se podía vender un kilo de cañaílla a seis euros, ahora nadie paga más de dos euros.
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