Los que esperaban subirán ahora al poder hasta que les toque a ellos el próximo traspiés y esto sale muy caro; jugamos a la lotería.
Mi vecino es gallego. Un matrimonio buena gente que se ha bajado al sol tras una vida de trabajo en el país de allende los Pirineos. Ha dejado detrás muchas cosas, pero sobre todo una dedicación reglada y fiel a una empresa. Es honesto y simple. Esto tiene un doble filo porque cuando ha vuelto a esta España que nos gastamos no le encuentra sentido. Ante una discusión política: pero, hombre, esto no, en Francia a nadie se le ocurre…En una huelga: yo era encargado de almacén y no se me ocurría… Mira, vecino, cálmate un poco, observa lo que tienes delante y recapacita conmigo. Que estamos en España, en la de este momento en que se ha puesto mantel nuevo con la democracia, en que hay monarquía ad hoc y hay una variedad de libertades que tenemos que ir sorteando como las piedras de un derrumbamiento. Sí, ha llovido mucho.
Que el Dictador tarda mucho en morirse, porque sigue por dentro de cada uno. Sí, estamos todavía de cuerpo presente. Que no tenemos una economía basada en nada fijo, que sólo pasan la frontera los productos del campo y pocos. Y los demás países nos inundan con descubrimientos que despiertan interés. Sí, balanza de pagos se llama; si la miras, la verás inclinada alarmantemente contra nosotros y así es difícil ser sensatos. Lo habíamos suplido haciendo ladrillos y con eso teníamos móvil, el coche, las botas de vaquero, lo que nos ofrecían. Pero ya ni eso. Así no es fácil, vamos perdiendo amigos si no compramos. Vosotros no tenéis catalanes ni vascos, ni andaluces emigrados ni gallegos que quieren en dos días con los extremeños acortar las distancias. Es de sobresalto.
En tu país de adopción has podido recoger frutos de su salto desde su revolución. ¡Francia! Nosotros no hemos revolucionado y seguimos aún con los subjetivismos del medioevo. No sé si sabes medir estas cosas, vecino, ni sacar consecuencias de lo que te voy escribiendo. Estás en España otra vez, en otra nueva España dicen, pero no pierdas paso. Ves algunos cambios pero sólo son externos, el urbanismo pongo por caso que antes era terroso y ahora el asfaltado hasta la acera. Porque en el fondo llevamos todavía el "vivan las caenas" con que saludaban a Fernando VII. Dejamos hace tiempo de alentar nuestra industria y ahora las grandes han acabado con las empresas autóctonas abandonadas por los políticos miopes de que nos valemos. De verdad es triste el panorama.
Estamos metidos en un lío de países que nos la dan con queso. Nos venden lo que han inventado y no nos dejan pensar a nosotros y así andamos caprichosos, que explota la burbuja y cuatro millones al paro. Lo peor es que le echamos las culpas al primero que pasa y no tenemos ni idea de arreglarlo. Los que esperaban subirán ahora al poder hasta que les toque a ellos el próximo traspiés y esto sale muy caro; jugamos a la lotería. Somos mal pueblo para ahorrar, prever, anticiparse a lo que vendrá si estamos mirando todavía al pasado. En esta semana la última vez que he oído lamentarse y añorar tiempos, como ideales para nuestra idiosincrasia. Vivimos hacia atrás con el corazón prendido y adelante con los pies, no me explico cómo lo aguantamos. No somos gente de pensar, que tiene dificultad en prevenir y nadie nos enseñó, pero sin embargo no tenemos contemplaciones con los que intentan preparar el futuro. Así nos irá mal con los que nos juntemos porque nos ofrecerán y nosotros sólo podremos gastar, que es mal negocio en este mundo materialista. En fin…