La mentira

Publicado: 29/09/2024
Autor

José Diego Amores Revuelta

José Diego Amores Revuelta es licenciado en Historia y Archivero con influencia petermanesca

Reflexiones desde el sofá

Columnas de opinión que sólo pretenden invitar a la reflexión del lector sobre temas de actualidad

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Tal vez algunos deberían buscar la indulgencia mediante una profunda reflexión sobre lo que están afirmando y apoyando en las últimas semanas...
Las relaciones humanas pueden llevarnos a dos extremos muy diferentes: por un lado, el amor y el cariño, y por otro, el odio y el rencor. Entre estos, hay un sentimiento que a veces resulta aún más doloroso: la indiferencia. Todos conocemos el famoso refrán que dice “que hablen de ti, aunque sea mal”. Personalmente, prefiero que no hablen a que lo hagan mal, pero es cierto que la indiferencia, dependiendo de quién la ejerza, puede ser especialmente dolorosa.

En muchas ocasiones, este cambio de actitud en las relaciones personales entre iguales se debe a diversas circunstancias. Sin embargo, uno de los factores que más suelen generar alejamiento o rencor hacia otra persona es la mentira. La mentira puede tomar varias formas: intencionada, no intencionada o autojustificada. La mentira más cruel, sin duda, es aquella que se dice de manera deliberada para obtener un beneficio propio. Recuerdo, cuando trabajaba para este medio de comunicación, a un “compañero” de la redacción gráfica de otro medio escrito que enviaba a mis colegas a la Playa de la Yerbabuena a cubrir la llegada de una patera, mientras que él se dirigía al puerto de la Albufera, que era donde realmente había sido interceptada la embarcación por la Guardia Civil. Esa es una mentira intencionada, con la única finalidad de hacer daño. Dentro de este tipo de mentiras también podemos incluir las infidelidades de pareja, los timos, los robos en las empresas, etc.

El segundo tipo de mentira es la que se dice de manera inconsciente, ya sea por un malentendido o por circunstancias que escapan de nuestro control. Por ejemplo, quedar con alguien a una hora y en un lugar determinados, y que de repente surja un imprevisto que te impida asistir, además de quedarte sin batería en el teléfono. Este tipo de mentiras, si eres quien las causa, suelen generar vergüenza o lo que aquí llamamos “apuro” por la persona afectada. Sin embargo, si eres quien sufre esta mentira, tu reacción dependerá mucho de tu carácter, de las circunstancias que hayas vivido en las últimas horas y del control que tengas sobre tus emociones. Hay quienes se enfadan mucho, mientras que otros son más comprensivos y solo se molestan si este tipo de mentiras se repite.

Aunque, para mí, la mentira más cruel es aquella que nos decimos a nosotros mismos. Defender una irrealidad para convencer a otra persona o justificar una acción evidentemente indefendible es muy dañino. No solo perjudica a quien recibe la mentira, sino también a quien la dice, ya que genera conflictos internos difíciles de resolver. Si además esta conducta es patológica, la situación es aún peor, ya que podría requerir tratamiento médico, aunque muchas veces las personas se niegan a aceptarlo al negar la realidad. “No darás falso testimonio ni mentirás” es uno de los 10 Mandamientos que deben cumplir los buenos cristianos. Faltar a la verdad en busca de un enriquecimiento indebido es un doble pecado, ya que también se infringe el séptimo mandamiento: “no robarás”. Por ello, los cristianos no deberíamos permitir que, en un mundo donde el laicismo prevalece sobre los preceptos religiosos, desde la propia institución se siga mintiendo a los feligreses, cada vez más enfocados en los eventos sociales de la Iglesia que en los religiosos.

Tal vez algunos deberían buscar la indulgencia mediante una profunda reflexión sobre lo que están afirmando y apoyando en las últimas semanas. Mentir por desconocimiento no es una excusa, ya que ese conocimiento está al alcance con un mínimo de interés antes de afirmar lo que no es cierto. Pero si preferimos creer nuestras propias mentiras, puede que la vida se vuelva más fácil, aunque menos ejemplar.

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