Si algo bueno puede salir de las desgracias es aprender para que no se vuelvan a repetir. Vivimos en un país que se considera a sí mismo democrático, por eso lo más importante ha de ser escuchar la voz del pueblo. Una vez analizadas con calma las razones de la crisis en que nos encontramos la amplísima mayoría de la ciudadanía ha manifestado que culpa a los políticos de ella. No estoy hablando de manifestaciones, concentraciones, huelgas u otro tipo de protestas, pues éstas son inmediatamente descalificadas de la forma más demagógica.
Vamos a jugar con las reglas que nos imponen. Me baso en las encuestas que incluso los organismos oficiales, el CIS, demuestran que la afirmación de que los políticos son rechazados se repite en todas. Esto es pura democracia. Ahora lo lógico sería cargar contra ellos, pero no lo voy a hacer.
También es sabido que siguiendo las circunstancias impuestas desde el exterior la tranquilidad en la acción de gobierno sería lo que proporcionase la confianza suficiente a esos siniestros inversores, que nos califican. La solución pasaba por dar una imagen de unidad al exterior con un pacto entre las fueras políticas mayoritarias, esas que tienen o han tenido responsabilidades de gobierno, para que diéramos esa apariencia. No es cuestión de buscar culpabilidades, lo es de pedir explicaciones de porqué no se ha hecho. Hubo quienes lo propusieron pero sólo se quedo en eso.
¿Qué se puede aprender de esto? Eso era lo único bueno de la crisis. Esto claro que esta clase política no es de fiar, pues anteponen sus intereses de partido al bien común que tanto pregonan.
¿Qué podemos hacer nosotros? Podemos no hacer nada: Descartado. Así todo seguiría igual. Podemos trabajar para que esto cambie. Seguro que iría cambiando. Hemos partido de respetar las reglas del juego, para ello la mayoría sigue usando la baza de los votos. Las últimas elecciones autonómicas nos demuestran que no hay nada que ilusione. Por eso nuestra tarea debe tener un objetivo claro. La idea es fácil; el desarrollo de la misma puede ser complicado. Pero como nadie pensó que no lo fuera en ello estamos.
Se hace imprescindible que desde la ciudadanía se dé una respuesta unitaria que transforme radicalmente el panorama que hasta ahora se muestra poco menos que inamovible. Todos los sectores descontentos necesitamos unir nuestras fuerzas en un compromiso común, unificador y respetuoso con las ideas de los otros. Para ello habrá que llamar a todas las puertas y presentarles como bandera de enganche lo que la gente hace meses que está reclamando: transparencia política, justicia social, representatividad, acabar con la corrupción, con los privilegios y paliar las desigualdades. Para empezar esto sería suficiente. A quienes se les pida que se comprometan su respuesta les definirá si tienen voluntad o no de trabajar por la solución.
Tenemos la oportunidad de ganar el futuro. Si no lo hacemos sera responsabilidad nuestra, las consecuencias ya las vamos conociendo.
Me queda la palabra
Aprender de la Crisis
Se hace imprescindible que desde la ciudadanía se dé una respuesta unitaria que transforme radicalmente el panorama que hasta ahora se muestra poco menos que inamovible. Todos los sectores descontentos necesitamos unir nuestras fuerzas en un compromiso común, unificador y respetuoso con las ideas de
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