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Andalucía

Venecia, una ciudad única

En la laguna Véneta, ocupa unos 550 kilómetros cuadrados de milenario equilibrio entre la erosión del mar y el aporte de los rios

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  • Venecia -

Ana y yo estuvimos un fin de semana en Venecia al inicio de un viaje por el centro de Europa. En diciembre, con mucho frío, seguramente como debe visitarse esta única ciudad en el mundo.

Venecia fue la capital de la medieval Serenísima República cuyos comerciantes dominaron las aguas del Adriático hasta la invasión de las tropas napoleónicas a finales del siglo XVII.  La laguna Véneta da cobijo a Venezia, ocupando aproximadamente 550 km2 en un milenario equilibrio entre la erosión del mar y el aporte de los ríos y que los locales saben medir según el volumen que las “barene” o bancos de arena asoman a la superficie del agua.


Un paseo en Venecia, y casi obligado, siempre se inicia en la plaza de San Marcos con el Palacio Ducale, el Campanile y la basílica del mismo nombre con sus cinco cúpulas bizantinas del s. XIII.

Le recomendamos que no eluda visitar el interior de esta basílica. La plaza de San Marcos es el centro de la ciudad, es una amplia plaza en forma de ángulo donde se encuentran algunas de las cafeterías más clásicas como el Florian o el Quadri -tómese un capuchino sin asustarse por el precio, disfrutará de un rato de historia-. Las calles de Venecia siempre tienen unas indicaciones que orientan hacia los principales puntos de la ciudad.


Desde San Marco vaya hasta el puente de la Academia y la Giudecca (antigua isla vacacional de los nobles venezianos) y desde ahí hasta el puente de Rialto -animadísima zona comercial y primer nexo de unión entre ambos lados del canal desde el s. XVI-. El flujo de la gente, imitando a un sinónimo de tráfico denso, le arrastrará con su corriente en el camino.

Déjese llevar y piérdase
Pero no se conforme con seguir las vías principales, Venecia es una ciudad que le invita a ser anárquico en el caminar: déjese absorver y piérdase entre sus puentes, callejuelas, canales y “sottoporteggi” (túneles bajo los edificios). Siempre llegará a su punto de destino, así que deambule, vaya sin un rumbo inmediato fijo. En Venecia, no hay stress, no hay bocinas de automóviles, no hay prisas; tómese su tiempo y “cambie el chip”. A través de “calli” -calles- y  “campi” -plazas- verá un montón de bancos, restaurantes y tiendas para los turistas. Es de esto último de lo que se quejaba la Sra. Seguso, una entrañable veneciana con quien conversamos en las escaleras del puente de la Academia sobre el Gran Canal. Conocedora de Mallorca, es una apasionada amante de su Venezia. Ana y yo le agradecemos infinitamente la agradable charla que tuvimos de pie y en la que nos ilustró con lo que veíamos desde el  puente.


La  Venecia auténtica, la que reivindican los 60.000 habitantes de esta ciudad resignados a vivir de un turismo invasivo que convierte el centro en casi un parque temático, es la Venecia que se encuentra al norte. Venecia no es en sí una isla, es un conjunto de docenas de “insule” que a través de puentes forman “sestiere” (barrios). En Venecia hay seis: San Marco, Castello, Dorsoduro, San Polo, Santa Croce y Cannareggio. En este último, donde está el puente de los Tres Arcos, es donde verá la Venecia con fruterías, mercerías, bodegas y toda el panorama urbano de una ciudad auténtica que vive 365 días al año.


Intentando aislarse del agobiante pero necesario turismo, esta parte de Venecia encierra el Ghetto o barrio judío: fue tristemente la primera judería de Europa en una parte de la historia que debería no haber sucedido, sus edificios son más altos ya que fue necesario “ampliar” la superficie habitable a unos ciudadanos que no podían salir del perímetro de su distrito. El nombre del barrio proviene del verbo “gettare”, que significa fundir metal, ya que antiguamente, era la actividad que aquí se realizaba.

Sólo en Venecia, encontramos góndolas -de color negro desde el s. XVII para evitar ostentaciones lujosas, no puede irse de Venecia sin dar un paseo en ellas-, máscaras venezianas -tan típicas y representativas de su Carnaval- o legatorias -papelerías medievales donde comprar plumas, libros de pergamino o tinta.


La numeración de las calles también es única: no se sigue un criterio por calles sino por distritos, encontrando numeraciones de cuatro cifras. Un concierto de Vivaldi en la iglesia de San Vidal lo recordará siempre. En invierno verá pasarelas por la calle, esto es así ya que en invierno el “Acqua Alta” (marea alta superior a los 70 cm en San Marco) debida al viento siroco y a los cambios en la presión atmosférica, invade de agua las calles de la ciudad. Es cuando sólo podrá caminar por Venecia a través de estos improvisados pasillos elevados. Venecia es una ciudad que se ha hundido casi un cuarto de metro en el s. XX, pero tranquilo, el gobierno italiano está en ello es una cuestión casi de estado. Tenemos Venecia para tiempo,  afortunadamente.

Las islas menores
Las islas menores del archipiélago veneziano son la última recomendación que le haríamos.  En agradables paseos en “vaporetto” (ferry que hace las funciones de “autobús urbano”) de menos de una hora de duración se pueden visitar las pequeñas islas de Burano -con sus casas de colores, sus pescadores y sus mujeres tejiendo encaje-, Murano -universalmente conocido es su cristal y sus artesanos de vidrio- y Torcello -silenciosa isla con sus dos iglesias-. Necesitará dos mañanas y una tarde para este recorrido. Respirará tranquilidad.


Comerá buen calamar y bacalao asi como pizzas y pasta. Venecia no es una ciudad barata. Para aconsejarle un restaurante le sugiero un criterio:  busque un restaurante que tenga tiramisú en su carta, cuando lo encuentre, asegúrese de que no es congelado y que lo ha hecho la “signora della casa”. El resto es cosa suya. Disfrute de la ciudad más romántica del mundo con su pareja. 

Sugerencia
No hay estrés: deambule, vaya sin un rumbo inmediato fijo

No se conforme con seguir las vías principales, Venezia es una ciudad que le invita a ser anárquico en el caminar: déjese absorver y piérdase entre sus puentes, callejuelas, canales y “sottoporteggi” (túneles bajo los edificios).

Para no perderse
Sus góngolas negras, sus máscaras y sus legatorias

Sólo en Venezia, encontramos góndolas –negras  sin ostentaciones lujosas-, máscaras venezianas –tan típicas y representativas de su Carnaval- o legatorias –papelerías medievales donde comprar plumas, libros de pergamino o tinta.

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