Con los inconfundibles sones de la Agrupación Musical Polillas, Jesús de la Paz hacía su entrada triunfal un año más en la Alameda de Apodaca con un solemne andar y con un barrio, el del Mentidero, volcado desde El Carmen hasta la plaza de Mina. Los pequeños penitentes y las jóvenes con sus palmas daban colorido a la apertura del cortejo procesional en una tarde en la que el sol hizo que la bella imagen de Miguel Láinez luciera en todo su esplendor.
Los cargadores capitaneados por Adolfo Morera se recrearon ante el acompañamiento musical para dar un brillo especial a una de las salidas procesionales con más tradición del Domingo de Ramos, donde, a pesar de no ser después de muchos años la primera en salir a la calle, no faltaron cientos de gaditanos.
Tras Nuestro Padre Jesús de la Paz irrumpía en la Alameda Nuestra Madre y Señora María Santísima del Amparo, una bella imagen que data aproximadamente del siglo XVIII y que pronto arrancó los aplausos de bienvenida de un barrio volcado ante su madre.
De uno de los balcones una conocida gaditana, Tamara Beardo, brindó una bellísima saeta, la primera, para la señora del Mentidero. La emoción y la devoción se fundieron en la voz de la joven gaditana para llevar, una vez más, la ovación a la gaditana tarde cofrade en la Alameda de Apodaca.
Especial brillo cobraba el paso de la Cofradía Carmelitana por la plaza de Mina, donde cientos de gaditanos esperaron desde primera hora de la tarde que La Borriquita diera la primera bendición al Domingo de Ramos.
Los cargadores capitaneados por Adolfo Morera se recrearon ante el acompañamiento musical para dar un brillo especial a una de las salidas procesionales con más tradición del Domingo de Ramos, donde, a pesar de no ser después de muchos años la primera en salir a la calle, no faltaron cientos de gaditanos.
Tras Nuestro Padre Jesús de la Paz irrumpía en la Alameda Nuestra Madre y Señora María Santísima del Amparo, una bella imagen que data aproximadamente del siglo XVIII y que pronto arrancó los aplausos de bienvenida de un barrio volcado ante su madre.
De uno de los balcones una conocida gaditana, Tamara Beardo, brindó una bellísima saeta, la primera, para la señora del Mentidero. La emoción y la devoción se fundieron en la voz de la joven gaditana para llevar, una vez más, la ovación a la gaditana tarde cofrade en la Alameda de Apodaca.
Especial brillo cobraba el paso de la Cofradía Carmelitana por la plaza de Mina, donde cientos de gaditanos esperaron desde primera hora de la tarde que La Borriquita diera la primera bendición al Domingo de Ramos.
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