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De república bananera

Días después de arrancar la crisis del ébola, anoche viernes la ministra ‘reMato’, como la ha llamado un amigo, esa mujer que es titular de toda una cartera ministerial, la de la maltrechada Sanidad española, únicamente conocía a propósito del estado de salud de la enfermera Teresa Romero lo que hab

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Días después de arrancar la crisis del ébola, anoche viernes la ministra ‘reMato’, como la ha llamado un amigo, esa mujer que es titular de toda una cartera ministerial, la de la maltrechada Sanidad española, únicamente conocía a propósito del estado de salud de la enfermera Teresa Romero lo que habían dicho los medios de comunicación. Apoteosis en la república bananera. ‘Marca’ España. Made in Génova. Con sus mechas y todo.

Probablemente la ministra sólo sea culpable de su lamentable actuación, pero ésta la ha llevado directamente a un merecido escarnio. Rueda de prensa improvisada, de luto, sin tener datos, como plato entrante. Desaparición momentánea como segundo, aderezado con las culpas a la enfermera por parte de un liberal convertido en consejero. Y de postre, aquello de que ‘reMato’ sólo sabía lo que decían los medios. De traca.

Quienes nos gobiernan, que han demostrado una enorme vileza, capaz de acabar con los cimientos de nuestro estado del bienestar, son ahora víctimas de sus fechorías. El debilitado sistema de salud de una comunidad como Madrid, que hizo negocio con la enfermedad de los pobres, ha venido a dar en toda la boca a quienes habitualmente creen controlar el lenguaje de la comunicación política, porque en efecto lo controlan cuando no hay más problemas que enfrentarse al contrario y de no ser que surjan problemas de verdad, como es el caso, quedando ahora sí al descubierto las debilidades. La falta de fondo. Las maneras. ¡Conocemos ya tan bien eso de echar las culpas a los más débiles!


Lo del consejero de Madrid no hubiera sonado tan mal si hubiera existido una disculpa pública por pertenecer a ese partido (y probablemente al lobby empresarial) que adelgazó la sanidad en España y, sobre todo, en Madrid. El partido que puso trabas a la repatriación de determinados enfermos pero no dudó en traer a España a unos misioneros en fase terminal, portadores de un terrible virus. Pero siempre es lo mismo: la culpa es de otros, y nosotros al negocio, que es lo que se nos da bien. Porque cuando toca resolver problemas, aparecen goteras. Y así le va a este país, que si no es una república bananera, merece políticos con la capacidad de dimitir cuando toca dimitir y, si no es el caso, políticos capaces de cesar a sus malos ministros, consejeros o concejales, que haberlos haylos.

El Gobierno desapareció durante días. Lógico el cabreo ciudadano tras una de las peores crisis sanitarias que se recuerdan. Tarde y mal, que dijo alguno por ahí.

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