Hoy en día son muchas las cadenas televisivas que han incorporado un nuevo formato a su programación: el baile. Fama a bailar o Mira quién baila, impulsan a muchos a mover el esqueleto. Programas en el que jóvenes y no tan jóvenes con talento o sin él, se convierten en grandes promesas del baile. Pero la vida del bailarín no es ningún camino de rosas. Muchos se tienen que marchar lejos de sus casas para estudiar una profesión que, además de la incierta y difícil situación laboral, en España no está reconocida como carrera universitaria y son pocos los profesionales que consiguen comer del baile.
El baile es un arte que no se crea de la nada. Es un arte con el que se nace. Sin embargo, sí es cierto, que muchos nacen con cualidades y aptitudes que podrían calificarlos de ‘bailarín’ o ‘bailaor’, pero este calificativo no es tan simple como parece. Esas cualidades hay que pulirlas, limarlas y saber utilizarlas en el momento adecuado. Para ello, la labor de un profesional del baile se hace indispensable en esta disciplina artística, y por eso, detrás de todo bailarín hay un profesor, profesional que ha dedicado toda su vida a la danza.
PRIMEROS PASOS
Inma Quirós tuvo claro que quería ser bailara desde muy pequeña. “Con tres añitos ya me tocaban las palmas y me ponía a bailar” confiesa Inma, que a los 6 años ingresa en la primera Academia de baile en Cádiz. Su pasión por el flamenco le lleva a tener como primera profesora de baile a Aurora Iglesias y posteriormente a Carmen Parra. Pero su deseo de bailar no queda sólo ahí, y se va a Jerez donde recibe clases particulares de soleá y bulería con Angelita Gómez. Posteriormente conoce a una de las grandes bailarinas de nuestro panorama nacional como es Sara Baras de la que también recibe clases particulares. Con 19 años entra en la Academia de baile Cibayi y conoce a la que sería su última profesora de academia, Charo Cruz con la que viaja a Francia, Bélgica y Grecia, donde realizan una serie de actuaciones, una de ellas en la televisión griega. En esta época entra a formar parte de la Compañía de Manuela Carrasco y recibe el nombre artístico de Inma Salazar. Con ella tiene dos actuaciones antes de retirarse y consigue el Primer Premio en grupo en el concurso internacional “La Perla” de Cádiz.
Su afán por seguir aprendiendo y su talento, le permiten realizar cursillos con Manolete, Antonio El Pipa, Eva la Hierbabuena e incluso con el propio Antonio Canales. “Antonio Canales hizo parar una clase de baile para que todos me vieran bailar” afirma Inma.
Sin embargo, su objetivo no se centra sólo y exclusivamente en bailar y mostrar su talento. Ella también quiere enseñarlo, hacer que otras personas aprendan esta disciplina artística. Por eso, con tan solo 13 años se hace cargo de la Escuela de baile en el Colegio Carmen Jiménez, en el Colegio Fermín Salvoechea y la Asociación Los Tres Patios, compaginando estos tres sitios diferentes en Cádiz.
Con 18 años le proponen formar un grupo de baile en la localidad de Medina Sidonia, para las fiestas de la localidad y forma dos grupos: Al alba y Sal de mi tierra. Pero debido al gran cúmulo de actividades que realiza, deja su labor en la localidad asidonense y sigue su trabajo en Cádiz.
Sin embargo con 24 años se traslada a vivir a Medina Sidonia, se aparta de las clases de Cádiz, decide tomarse un período de relax, pero las ganas de seguir bailando pueden más que ella y al año siguiente empieza de nuevo su labor como profesora de baile en el Colegio Público Ángel Ruiz Enciso y en el Colegio Público Santiago El Mayor y además, decide formar la Asociación Raíces Flamencas hasta el día de hoy.
RAÍCES FLAMENCAS
Inma Quirós, profesora de la Escuela de baile Raíces Flamencas tiene como alumnas niñas desde 4 años hasta mujeres de 55 años, eso sí, a la hora de trabajar tiene dividida sus clases en seis grupos en función de la edad: un primer grupo sería de 4 y 5 años, otro sería de 8 y 9 años, un tercer grupo de 12 y 13 años, otro grupo de 13 a 22 años, un grupo que abarcaría desde los 22 años hasta los 55 años y el grupo denominado la edad de oro que sería personas de más de 55 años.
La bailara asidonense es consciente de que no es lo mismo trabajar con niñas de 4 y 5 años que con mujeres de más de 55 años. Sin embargo se siente muy satisfecha con su trabajo y alaba la labor de sus alumnas: “tengo un grupo muy bueno, e incluso hay muchas chicas que destacan y creo que pueden tener un futuro prometedor en el arte del baile” afirma Inma.
Debido a las fiestas y ferias que tienen lugar en la comunidad andaluza, los ritmos más demandados son sobre todo las sevillanas, rumbas, los tanguillos de Cádiz y el baile de salón.”Estos ritmos son los obligatorios que debo impartir en mis clases, aunque eso sí, dependiendo de lo que me exijan mis alumnas y del nivel de preparación que tengan, las introduzco en bailes más complicados como las bulerías o el baile por alegría”.
Entre las actuaciones que realiza Raíces Flamencas destacan las que tienen lugar en la pedanía de la Yeguada, la velada de El Berrueco, en el parque acuático de Algeciras Bahía Park y sobre todo en fiestas y feria del pueblo.
A sus 33 años, la bailara flamenca Inma Quirós no tiene ningún proyecto interesante ni como bailara ni como profesora, sin embargo se siente orgullosa de todo el trabajo realizado a lo largo de su vida: “me siento orgullosa conmigo misma y pienso que los que trabajan conmigo también lo están”.
Esta artista, que cuenta con el apoyo indispensable de los suyos y del Ayuntamiento de Medina Sidonia y que califica el baile como “un lujo hoy en día”, tiene muy claro que lo principal en este arte es la disciplina, ya que “si eres una persona formal se puede contar contigo para todo” señala Inma Quirós. Aunque también destaca como aspectos claves la técnica de un bailarín y sobre todo el sentimiento, ya que “si no sientes lo que bailas, es imposible transmitirlo”.
Es cierto que la fama cuesta, y que para dedicarse al baile hay que trabajar muy duro para obtener resultados. Sin embargo llega un punto en que los alumnos abandonan el nido y vuelan solos en busca de lo que siempre han soñado, ser bailarines. Pero hay que tener claro que siempre habrá un maestro detrás de un bailarín. Inma Quirós, la que en su día recibió el nombre artístico de Inma Salazar es un claro ejemplo de todo esto. Una persona que ha dedicado toda su vida al baile y que su deseo de enseñar le ha llevado a tener sus propios alumnos y poder transmitir todo lo que lleva dentro. Algunos la consideran un talento desaprovechado y otros en cambio no saben valorar lo que es el arte.
El resurgimiento del baile como nuevo arte del siglo XXI
La labor de un profesional del baile se hace indispensable en esta disciplina artística, y por eso, detrás de todo bailarín hay un profesor, profesional que ha dedicado toda su vida a la danza
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