¿Se hace adrede?
A mí no hay quien me quite de la cabeza que el Ayuntamiento de esta adormilada ciudad tiene algo contra los árboles, porque es inexplicable que en plena primavera cuando la savia de los arbustos está dando vida a los mismos...
No cuidamos nuestros árboles y digan lo que digan los que siempre dicen las cosas que no deberían decir, el drago de la Puerta de Tierra ha sido vilmente asesinado ya que personas competentes en la materia denunciaron a tiempo que así no podía ser y que el árbol, símbolo de Cádiz, se pudriría como así ha sido.
Denunciamos el estado en que se encuentra el situado en al calle del Tinte y nada se ha hecho y cualquier mal día se va a caer sobre el edificio que está al lado. Pero ahí está cada día más inclinado ante ¡qué pena!, la ya crónica apatía municipal y de los responsables de Parques y Jardines y Medio Ambiente.
En la obra d ela plaza de Mina, han sido abatidos varios. Si se hace la gran obra del esperado por todos los gaditanos templete central –hay que ver en plena crisis y con lo que debe el Consistorio– pasará lo mismo. En la Alameda han caído víctimas de la ignorancia otros, y así suma y sigue el asesinato de árboles en Cádiz. Nadie para la brutalidad contra los pobres árboles que son inocentes, y la sierra asesina sigue trabajando igual que durante el nazismo día y noche no paraban de trabajar las cámaras de gas. Aunque algún conspicuo miembro de la Iglesia lo niegue...
Cádiz pide protección para sus zonas verdes, tan escasas en esta casi isla donde el verde de la arboleda le sienta maravillosamente al azul intenso de nuestro Mar Atlántico; pero parece ser que hay alguna trama contra nuestros arbustos que, día a día, van cayendo víctimas del odio o de la especulación o de unos extraños intereses. Y es que en Cádiz tenemos de verdad la arboleda perdida...
Mucho bicentenario, mucho acercar esta capital a otras, mucha cumbre de jefes de estado sudamericanos, mucho abrazo y muchos viajes pagados por una ciudad –mejor dicho, por unos ciudadanos– que está asfixiada por el paro y por los impuestos. Y me pregunto yo: ¿de verdad importa en Finlandia el bicentenario de la Constitución de 1812 o son ganas de viajar a gastos pagados?
Piensen nuestras políticas y políticos si estamos en condiciones de tantos dispendios o si hay que contener el gasto en asuntos realmente secundarios para la vida de la ciudad y de las arcas municipales. ¿Por qué no se cuenta con nosotros si somos realmente los que pagamos todo?
Queremos árboles bien cuidados. Podados a su debido tiempo, nunca destrozados por ignorancia o por ocultos intereses, no vaya a ser que donde hay hormigón hay comisión y donde hay árboles también...
Y es que estas cosas corren por los mentideros de la ciudad y raramente el pueblo se equivoca; que igual que cala a un melón cala también a sus políticos.
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