La aparición de la gripe A, o antes llamada gripe porcina, y la posterior pandemia que ha creado en todo el mundo ha vuelto a demostrar no ya del descontrol sanitario mundial, sino que cualquier excusa es válida para sacar a la luz determinadas teorías de la conspiración y la irracionalidad de algunos países, que sólo parecen esperar cualquier incidente para desarrollar determinadas políticas internas a costa del resto de países. Así se entienden actitudes como la de Rusia que primero ordenó cerrar las fronteras a la carne de cerdo española --pese a que esta enfermedad no afecta a los animales-- y ahora recomienda a sus ciudadanos que no viajen a nuestro país para evitar posibles contagios, situando artificial y erróneamente, y con mala intención, a España como uno de los focos de esta enfermedad, cuando la única realidad es que es de los pocos países donde no sólo no ha habido ninguna muerte, sino que no existe ya ni siquiera un enfermo ingresado. Pero en el fondo, la postura de Rusia se debe no a una preocupación sanitaria, sino a intereses económicos, ya que ha buscado potenciar la carne de cerdo de su propio país y el de otros aliados cercanos a la española, de la misma manera que saben que, ante la llegada del verano y de las vacaciones, una buena campaña de desprestigio a una nación puntera en materia de turismo puede provocar un incremento de sus visitantes. Y lo que en cualquier momento podría ser una política equivocada, ya que sólo hay que remitirse a las pruebas de la incidencia de la gripe A en España, lo cierto es que ahora mismo cualquier teoría es más que aceptada, sobre todo después de que fuera la propia OMS la que alertara de que el origen de la enfermedad podría ser un laboratorio del que hubiera habido una fuga, lo que propicia la aparición de todo tipo de teorías de la conspiración (se ha llegado a hablar de bioterrorismo contra Obama) que es el mejor caldo de cultivo para inventarse historias y que la gente se las crea. Y aunque la OMS ya reconoce su error e insiste en que del origen es animal, como siempre sucede la rectificación no tiene el impacto de la sospecha y ha permitido que haya quien se ha querido beneficiar de la situación y sacar provecho propio, aunque para eso se dañe a terceros, como es el caso de España.