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De vuelta a Ítaca

Arturo Pérez-Reverte y la manipulación de la Historia de España

Como era de esperar, siempre que nos acercamos a una efeméride redonda, llega el tiempo en que multitud de personas ajenas a la historiografía, quieren explotar el filón del mayor conflicto de la España contemporánea...

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Como era de esperar, siempre que nos acercamos a una efeméride redonda, llega el tiempo en que multitud de personas ajenas a la historiografía, quieren explotar el filón del mayor conflicto de la España contemporánea. Es normal. La Guerra Civil vende. Y eso lo saben las editoriales, que nunca han dudado en publicar centenares de obras de más que dudable calidad, firmadas a veces por autores indocumentados que no han visitado un archivo en su vida. En realidad eso es lo de menos cuando lo importante es vender, y  desde luego, alguien como Pérez-Reverte no iba a perder la oportunidad de hacer caja, haciendo de nuevo uso de la Historia para degradarla, transformándola en un producto al servicio de su propio beneficio. Y es que el autor cartagenero no ha tenido bastante con escribir novelas históricas, sino que encima ahora ha decidido meterse a historiador -y hasta a docente-, para explicar a los jóvenes la Guerra Civil en un libelo recientemente publicado por Alfaguara.

En él, el escritor despolitiza la Guerra Civil, como si el conflicto hubiese sido producto del aburrimiento de los españoles, obviando que hubo un golpe de estado fascista contra un régimen democrático. Parece que para Reverte no existen causas políticas ni responsabilidades, sino gente en ambos bandos ansiosa por matar, ocultando que aquella guerra fue impuesta, y falseando una historia en la que no se habla de la resistencia posterior-bueno, para ser justos habla de la guerrilla-, como si a la democracia se hubiese llegado espontáneamente, gracias a la acción de un rey heredero del dictador.

Para realizar su trabajo Pérez-Reverte afirma haber consultado mucha documentación durante seis meses, tiempo que se antoja irrisorio dada la abundante bibliografía existente. Todo esto le ha servido para publicar un trabajo que, lejos de ser original, no hace sino volver a propagar la idea de la guerra que nos vendieron durante la Transición. Una idea que partiendo de una base errónea, equipara a víctimas y verdugos para repartir las responsabilidades, metiendo en el mismo saco la tiranía y la democracia en virtud de los intereses políticos que se antojaron necesarios en el momento para que no se reabriesen heridas del pasado, aunque eso implicase olvidar a aquellos que dieron su vida por la libertad.


El libro de Reverte demuestra lo lejos que todavía nos encontramos de poder superar aquella “idílica” transición, y lo retrata a él como lo que es,... lo que ha sido siempre en realidad; una persona que lejos de la imagen de pensador independiente y políticamente incorrecto que ha intentado proyectar, siempre está dispuesta a alinearse con el pensamiento dominante para seguir vendiéndonos su columna semanal. Yo le recomendaría que se dedicase mejor a lo suyo y que dejase hacer Historia a los historiadores. Tal vez así, podría centrarse en su labor en la Real Academia, para que los académicos no vuelvan a hacernos pasar vergüenza ajena aceptando “almóndiga” y “murciégalo” en el diccionario, corrompiendo con ello la pureza de nuestra lengua.

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