Me cuentan que, tras una exitosa gira de su obra de teatro por toda España, ella salió indignadísima del entonces teatro Álvarez Quintero por su escasa convocatoria de público. Al salir a la calle por la entrada principal del edificio se encontró con una multitud de personas que estaban viendo el paso de una cofradía. Era Domingo de Ramos. Estaba en Sevilla y ella era Nuria Espert. Cuando contempló aquello comprendió y sólo se le ocurrió comentar: “cómo pretendo encerrar a la gente en un teatro para ver mi obra, si el espectáculo está aquí en la calle”.
La catalana Nuria Espert es la gran señora del teatro español. También ha interpretado papeles en el cine y la ópera. Y ha dirigido. Y producido. Y montado su propia compañía. Los principales escenarios del mundo se la disputan. El otro día, en su discurso de agradecimiento por la concesión del “Princesa de Asturias de las Artes”, reivindicó desde su “bellísima profesión” y citando a Shakespeare en catalán, a aquellos desamparados que viven el día a día una situación invivible. Y a Lorca, la libertad de las mujeres. Pero ante todo Espert mostró el poder de la palabra.
Dejando mudos a los invitados de la gala de entrega de los premios, la catalana nos habló de la esperanza y de cómo ésta a veces se convierte en un enemigo que no nos deja descansar. Sólo Lorca y solamente Nuria Espert con su interpretación, quiero decir con la propia Doña Rosita la soltera hablando, podía resumir nuestro estado. Lo que nos ocurre. Sólo la palabra. Con su exacta entonación. Con el matiz justo. Sólo Lorca, y los corazones de todos se sobrecogieron. Cuánta literatura clásica deberíamos leer los periodistas. La gente.
La tecnología nos entretiene y nos hace mirar a todos los lugares, a todos los espacios. La literatura, la palabra, sin embargo, hace que dirijamos la mirada a nuestro interior. Ese sitio que tenemos descuidado ya que, sin duda, es el que más dolor nos puede causar y, por el contrario, el que más atención requiere.
Nuria Espert es el “nexo de unión entre el clasicismo y la modernidad en sus dos lenguas amadas, el catalán y el español”, según el jurado de los Premios Princesa de Asturias. Pero ante todo Espert es el ejemplo de cómo los españoles tenemos un patrimonio único. Tan nuestro es el español, como el catalán, como el vasco, como el gallego. Tenemos la inmensa suerte de poder contar con distintas visiones, con multitud de maneras. Tenemos a Nuria Espert y con ella a todas las personas, que no personajes, de toda la literatura.