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La tribuna de El Puerto

Ni Carnaval ni libertad de expresión, solo ofensa y desprestigio

Cuando los que están próximos a su ideología insultan o faltan al respeto, será "libertad de expresión". Cuando somos nosotros los nos tildan de intolerantes

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  • Javier Botella Franco -

En los últimos tiempos parece que está de moda faltarle el respeto a la Iglesia aprovechando distintos actos festivos. Los hechos acaecidos este fin de semana en El Puerto de Santa María alcanzan la mofa supina de quienes nos profesamos católicos.

Si bien, mayor vergüenza ajena provoca que el Sr. Alcalde no haya manifestado un pequeño acto de desagravio al respecto.

Qué menos. Aunque sólo sea por el respeto que la institución del matrimonio civil merece. Amén del uso de las dependencias municipales para hacer pivotar, por semejante irresponsabilidad, esta prestigiosa ciudad sobre los medios de comunicación nacionales.

Efectivamente, El Puerto de Santa María está hoy en el epicentro de la desfachatez, de lo que no se debe consentir, del basta ya. Esta vez ha sido a consecuencia de un concejal de Levantemos (marca blanca de Podemos) que, aprovechando la cobertura del Carnaval, se prestó a “oficiar” una boda civil en el Ayuntamiento, disfrazado de sacerdote y con una bufanda del FC Barcelona.

Ni que decir tiene el muñeco decorativo de fondo perfectamente engalanado (acorde al “ministro” de la ceremonia) para la ocasión.

Sr. Alcalde, esto supone un flagrante ataque a las creencias de muchos portuenses y españoles. Pero más allá de esto, a usted como regidor de la ciudad le compete velar por el respeto de la Institución municipal. Porque el Ayuntamiento no es su cortijo, ni el de ningún concejal. Porque esta mofa ataca directamente a la sensibilidad de cualquier cargo público que se precie.

Los católicos estamos ya cansados de esto. También los que vocacionalmente servimos y con orgullo representamos la soberanía del pueblo. No puede mirar hacia otro lado y eludir una responsabilidad que es suya exclusivamente.

Su concejal no solo faltó el respeto a la Iglesia con esa caricatura y parodia. También desprestigió el Ayuntamiento que usted preside. Porque el matrimonio civil es un acto solemne que sólo puede contraerse ante el Juez o ante el concejal electo.

Porque para el ejercicio de esta atribución que le da la norma, se utilizaron las dependencias municipales burlando la institución civil, más allá del Sacramento del matrimonio. Y porque, con independencia del beneplácito de los novios, son muchas las manifestaciones de repulsa que los portuenses hemos mostrado.

En definitiva, que una cosa es disfrazarse en Carnaval  de Sacerdote a nivel personal  (aunque un político no sólo tiene que ser bueno, sino también parecerlo) y otra muy distinta es hacerlo para ejercitar esta función que le encomendaba la ley. Es palmario que este concejal desprestigia con su comportamiento a la ciudad de El Puerto, pero peor aún, si cabe, es su silencio. Bajo el mismo se esconde la falta de control y desgobierno que reina en su mandato.

Queda claro. Cuando los que están próximos a su ideología insultan o faltan al respeto, será "libertad de expresión". Sin embargo cuando somos nosotros los que alzamos la voz, nos tildan de “intolerantes”. Esa es la doble vara de medir que nos acompaña a quienes pensamos que fue grotesco.

Fue indecente y reprobable  que con ese disfraz y en el salón regio municipal se portara la medalla de la Corporación.

Dicho distintivo está presidido por la Virgen de los Milagros que, aunque algunos les pese, sigue siendo Alcaldesa perpetua de nuestra ciudad.

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