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Crisis contra las cuerdas

Ajuzgar por los resultados, parece que ha servido de muy poco para atajar la crisis, el famoso plan español (plan E) para el estímulo de la economía y el empleo, a pesar de que se haya vociferado hasta la saciedad que suponía una movilización de recursos públicos sin precedentes.

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Ajuzgar por los resultados, parece que ha servido de muy poco para atajar la crisis, el famoso plan español (plan E) para el estímulo de la economía y el empleo, a pesar de que se haya vociferado hasta la saciedad que suponía una movilización de recursos públicos sin precedentes.
Lo cierto es que las directrices de apoyo a empresas no impiden que cada día se cierren sociedades, que el desempleo azote a familias enteras, o que las medidas de modernización de la economía sean incapaces de recuperar productividad y competitividad. En cualquier caso, la grave situación española exige que el gobierno intente una y mil veces el diálogo social, apostando por políticas de consenso, transparentes y de estabilidad financiera, reduciendo a cero cualquier despilfarro para evitar derrumbes innecesarias. Las energías políticas no se pueden malgastar en contiendas inútiles y partidistas, como viene sucediendo entre gobierno y oposición u oposición y gobierno, tanto monta… De lo que se trata es de aunar esfuerzos y de buscar soluciones para ganar tiempo y salir cuanto antes de una crisis que se está cebando con la clase trabajadora que a diario ve peligrar su puesto de trabajo. Quizás hubo que plantear medidas de emergencia antes. Casi todos los analistas coinciden en decir que el gobierno español ha reaccionado tarde frente a la crisis; pero una vez que lo ha hecho, lejos de mejorar la situación, sigue agravándose a peor, con cuantiosos déficits y endeudamientos que amenazan socavar el propio sistema, obligando a salir del mercado de trabajo a miles de personas, con el consabido freno de la inversión privada. Realidad que debiera unir a la clase política y a los agentes sociales. Hechos que han de poner al gobierno en plena acción, en diálogo permanente, para alcanzar cuanto antes reformas estructurales que revitalicen la maltrecha economía española. No es tiempo de espera, es tiempo de reacción, de equilibrar presupuestos y de retomar niveles de deudas moderadas. Lograr esto requiere la coordinación de las políticas de gastos y la aplicación de medidas específicas entre todas las administraciones del Estado. Centenares de ayuntamientos en España están al borde de la quiebra por su alto nivel de endeudamiento. Esto no hubiera sucedido si se hubiese mantenido más control financiero y una política monetaria más restrictiva.

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