Un no-muerto

Publicado: 04/11/2019
Autor

Fran Cristófol

Doctor en Periodismo y docente e investigador. Malaguita por definición, con todo lo que eso significa

La Plazuela

La Plazuela es una 'casapuerta' donde asomarse a una visión llana del día a día de la ciudad

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El equipo se había contagiado de la mala situación del club, pero parece que en las últimas semanas los jugadores han despegado sus cabezas
En estas vísperas de la importada fiesta de las calabazas, las puertas con el más allá se abren. En las tradiciones mexicanas, por ejemplo, cada Día de Muertos los vivos se comunican con los que ya no están. Los yankees montaron un negocio de esqueletos, brujas y momias con el que ocupan la segunda quincena de octubre con decoraciones locas. Pero, ¿qué pasa con esos que todo el mundo piensa que están muertos y, en realidad, aún no lo están? Aquellos a los que dábamos por finados y, de un día para otro, todos celebran su vida, como si nunca hubieran querido verlo en el hoyo. En estos días de contacto con los muertos, aparecen los zombies, los no muertos... Como el Málaga.

El pasado sábado vivimos una segunda resurrección de un equipo al que todos daban por desahuciado. La muerte cerebral de Málaga parecía haberse convertido en un coma irreversible que tenía al equipo sumido en una desastrosa deriva de autodestrucción. Daba pena ver al Málaga intentando no se sabe bien qué y no encontrando resultados. El equipo se había contagiado de la mala situación del club, pero parece que en las últimas semanas los jugadores han despegado sus cabezas de los despachos y han encontrado una conexión con el mundo de los vivos. El Málaga zombie ha pasado a ser un muerto muy vivo, a mirar, sin algarabía, por el retrovisor y darse cuenta de que… “al loro, que no estamos tan mal”. Catorce puntos son una miseria para un equipo que tendría que ser puntero, pero ahora uno ve que está a 3 puntos de la zona templada de la clasificación y se tranquiliza.

A los medio muertos, en estos casos, sólo los pueden recuperar milagritos. Un milagro de dimensiones épicas es haberse encontrado con Antoñín justo ahora. Un jugador que viene a recordar a algunos de esos canteranos que han ido saliendo a dar aire a un equipo necesitado. Un líder improvisado que se ha echado el equipo a las espaldas y que ha sacado el trabajo que nadie podía porque tenía la cabeza en otro lado. Antoñín ha venido a buscar su hueco resucitando a un muerto que, sin lanzar las campanas al vuelo, tiene por delante 29 jornadas en las que pelear por, al menos, dejar un sabor de boca agradable a los que no se bajan de un tren que casi descarrila. De los muertos en los despachos ya hablaremos, que buena están dando. Al menos, lo importante, lo deportivo, ha salvado la honra con dos partidos seguidos que han insuflado oxígeno. El Día de Muertos contra la Ponferradina veremos si ha sido un espejismo...

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