Una de las características comunes en este particular mundo culinario de la feria es la heterogeneidad. Hay posibilidades para todos los gustos y bolsillos. Existen desde menús con precios altos hasta una larguísima oferta de bocadillos tanto calientes como fríos. Las estrellas son la paella y las migas, debido, principalmente, a que son más económicos y ‘socorridos’ para coger fuerzas.
Cuando se habla de feria y comida, la palabra que casa mejor es “tapa”. La tradición de las tapas en Jaén hace que en el Recinto Ferial se sirvan, principalmente, raciones y tapitas con las que los visitantes estén durante toda la jornada ‘picoteando’, prescindiendo tanto del almuerzo como de la cena. Los platos pueden ir desde las tradicionales tortilla de patatas o los embutidos ibéricos hasta los típicamente andaluces como el gazpacho.
A pesar de la costumbre por el ‘picoteo’, también existe oferta para los que desean una comida más sosegada y consistente. Carnes y pescados de todo tipo y cocinados de infinidad de maneras se combinan con guisos como el rabo de toro o garbanzos con bacalao.
Y para acompañar esta comida o para calmar la sed, la oferta de bebidas es muy amplia. Se pueden pedir desde la clásica cerveza hasta refrescos de todo tipo. Por su parte, el vino fino se ha convertido en todo un clásico en los festejos de San Lucas.
Lo más dulce
Si se prefieren sabores más dulces, para la merienda el algodón es una de las opciones más elegidas por los jienenses y, más concretamente, por los más pequeños. Pero a ello hay que añadir el reconfortante chocolate con churros o buñuelos. No obstante, esta combinación es más propia de las madrugadas, tras horas de fiesta, con el único objetivo de calmar el estómago.