“No estoy tan seguro de que la tristeza inspire”

Publicado: 06/11/2023
Entrevista con el poeta Jorge de Arco
Ocho meses antes de que sonaran las ‘campanas’ de la pandemia del Covid, el escritor Jorge de Arco (Madrid, 1969) condensaba en sus ‘Huellas’ su ya entonces largo hacer poético, reuniendo algunos de sus más brillantes versos elaborados en el periodo 1996-2017. No es que desde entonces el autor de ‘Las horas sumergidas’  haya permanecido dormido en los laureles de la desidia. Todo lo contrario. Su cosecha lírica da sus frutos no sólo en forma de nuevos versos, sino en sus continuas apariciones en medios especializados en los que actúa como crítico literario o promocionando las novedades literarias, en colaboraciones con centros educativos como se pudo comprobar hace unos días en el arcense CEIP Nuestra Señora de las Nieves de Arcos y, por, supuesto, en su incansable trabajo al frente de ese hermoso proyecto que echó a rodar hace ya casi veinte años a modo de revista poética: ‘Piedra del Molino’ (su primer número vio la luz en la primavera de 2004 como una publicación nacida en y desde Arcos en correspondencia con sus raíces familiares). Hablando de raíces, Jorge de Arco regresa con ‘Después de ti’ (Ed. Balduque, 2023), una elegía materna que nace con la herida aún abierta por la pérdida de su madre, Antonia Maínez.

 

Su madre y la maternidad ya estaban presentes esporádicamente en su poesía aunque tal vez eclipsadas artísticamente por la dimensión de su padre, el escritor Carlos Murciano, del que por cierto escribía hace poco menos de un año el prólogo para su antología ‘El color de la distancia’. ¿Es ‘Después de ti’ una obra homenaje al amor materno? ¿Ayudan los versos a cubrir ese ‘vacío’ mediante la evocación y el cariño nunca olvidados?

– Sin duda que ‘Después de ti’ es un muy sentido y merecido homenaje al amor maternal, tal vez es el más eterno de los amores. En este caso, y como dejó escrito Luis Cernuda, “La muerte se diría/ más viva que la vida/ porque tú estás con ella”.

La escritura ayuda, sí, a acercar a los hechos, los territorios y los protagonistas que no están cerca del yo que los revive. Hay una lógica catarsis en el proceso creativo que memora lo vivido y, en buena manera, ese ‘vacío’ que mencionaba va aliviándose al llenarlo de instantes e imborrables vivencias pretéritas.

¿Cuál es su recuerdo materno más vivo?

– Para mí son las horas y los días pasados -tantas veces- junto al mar. Para mi madre, al igual que para mí, la playa siempre fue sinónimo de dicha, de mutua compañía. En el poemario, hay muchas referencias comunes a tantos momentos compartidos y que, ahora, ya son ayer: “Vengo a decirte, madre,/ qué triste está la orilla sin tus ojos,/ qué oscura está la playa con tu hueco”.

¿Cuesta más escribir desde la pérdida o ese dolor es tristemente inspirador?

– Es inevitable, al hilo de la pregunta, traer a colación el verso de Antonio Machado: “Se canta lo que se pierde”. Pareciese más propicio escribir en instantes de pena, de nostalgia…, que hacerlo en situaciones de gozo o euforia. No estoy tan seguro de que la tristeza inspire, aunque sí es un estado que te lleva, en muchas ocasiones, al desahogo. Desde él, sientes, sí, una cierta curación que se cumple siempre al escribir.

Uno de sus nuevos versos se cuestiona si “Existirá, tal vez, madre, un puente/ al sur de Dios que me lleve hasta ti”. ¿Una pérdida así reconduce a uno hasta el ‘Creador’ con el fin de buscar explicaciones a nuestra propia existencia? ¿Diría, por tanto, que también es un libro de reencuentro con Dios?

– La pérdida de un ser amado puede llegar a replantear, en alguna medida, la certeza o incertidumbre sobre el citado ‘Creador’. El adiós de una madre genera la necesidad de estar muy cerca de su ánima ante la imposibilidad física de tener próximas sus manos, su sonrisa, su voz… Y, a veces, sí, puede ser Dios quien allane ese camino para que la luz maternal no se apague.

Mi madre fue una fervorosa creyente y hay mucho de su fe que aún guardo en mí, y también de la felicidad con la que me enseñó a querer al prójimo y a amar la vida.

El libro acaba de ver la luz con nueva editorial para usted. ¿Supone ello algún cambio en la presentación de su trabajo poético?

– Todo cuanto puedo decir de la editorial ‘Balduque’ es, en verdad, muy positivo. Las dos personas que han estado cuidando y cobijando el poemario, Pilar García y José Alcaráz, han sido siempre un ejemplo de generosidad y de saber hacer. En un sello que atiende y mima la maquetación y edición de manera exquisita. Estoy profundamente agradecido por la confianza y el cariño que han mostrado desde que leyeron mi original.

En una entrevista que usted concedía recientemente a la revista digital Madrid365 decía que “la difusión ha variado y que las redes han ayudado mucho mientras que el papel va quedando más obsoleto”. Ante esa rotunda afirmación de la que pocos dudaríamos, ¿no piensa que el escritor tiene una obligación casi moral de salvaguardar el soporte de nuestros antepasados y por el que nos hemos expresado desde el descubrimiento de la escritura?

– Para mí, el papel tiene los siglos contados. No creo, de ninguna manera, en su desaparición. Por supuesto que las redes y la tecnología nos acercan con un solo click hasta la obra de creadores de todo el mundo. Sin embargo, el tacto, el cromatismo, incluso el mismo el olor de una página conservará para siempre un valor inigualable frente a una pantalla de móvil o ordenador. Sobre todo, para quienes nacimos y nos criamos en la época del papel.

Ahora empiezan las presentaciones de la obra. ¿Figura Arcos en esa agenda?

– Sí, quizás antes de final de año tengamos la presentación del poemario en Madrid y, en el invierno, en Arcos. Esta es una cita ineludible. Mis padres, mis hermanas y hermanos son arcenses, y todo el libro está impregnado del Sur que amamos. No hay mejor lugar que nuestro querido pueblo para ponerle voz y compañía a estos versos de ‘Después de ti’.

Si no nos falla la memoria, ya se debe estar cociendo la nueva entrega de ‘Piedra del Molino’. ¿Qué nos puede avanzar de su ya número 39?

– Este 2023, y tras las ingratas consecuencias de la pandemia, volvemos a editar dos números. El 38, que apareció en mayo, y este 39, que presentaremos en la Capilla de la Misericordia de Arcos el viernes 1 de diciembre. Volverá, sí, ‘Piedra del Molino’, con sus secciones habituales de poesía, crítica y traducciones, esta vez con los poemas del portugués Eugenio de Andrade y la estadounidense Patti Smith. En mayo de 2024 verá la luz el número 40 y coincidirá con los veinte años de edición ininterrumpida.

Hace unos días tuvo ocasión de dirigirse al alumnado del CEIP Nuestra Señora de las Nieves, un colegio de Arcos especial para usted más allá de la vecindad. ¿Qué siente y qué expresa cuando habla a esos niños y niñas de poesía?

– Lo principal que pretendo trasmitir cuando estoy en estos encuentros tan gratos es la importancia de la lectura, del valor de la palabra y de las posibilidades tan distintas que genera el hecho de ser una persona con cultura. A ella, se llega a través de cualquier género literario: poesía, narrativa, ensayo, teatro… y es algo que nos permite vivir desde sus páginas cuanto otros soñaron, la verdad de su creación. Leer, al cabo, nos permite llegar a ser más críticos y, por ende, más libres.

Gracias por sus respuestas y que ojalá su nuevo poemario goce del éxito de sus obras anteriores.

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