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Andalucía

Las cuentas de Andalucía

Todo hace indicar que será el congreso de los abrazos internos para darse ánimos porque en absoluto está en debate el liderazgo de Sánchez

Publicado: 29/11/2024 ·
09:01
· Actualizado: 29/11/2024 · 09:01
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  • El jardín de Bomarzo.

Y en estas el PSOE de toda España se cita en Sevilla. Lo hace arrastrando todo a la vez: las denuncias de Aldama de corruptelas sobre la cúpula del partido y aunque suene a un canto interesado todo parece demasiado para ser mentira, las trifulcas que aún colean por la falta de acción en Valencia y aunque las competencias fueran de Mazón tampoco el gobierno se ha cubierto de gloria anticipándose, proponiendo, tomando las riendas ante el desastre, con el pulso de Lobato sobre dimitir hasta palpar la soledad de todo un partido que le da la espalda, con la imputación del hermano de Sánchez, con Begoña, con…, hasta con Broncano y Motos llevando a la tele cada noche la disputa nacional entre los dos bandos históricos que vienen linchándose desde la Guerra Civil. Pedro lo trae todo, tanto que lo de aquí parece lo de menos y lo de aquí es qué hacer con un territorio, Andalucía, con una extensión y población cercana a Portugal y que ha dejado en masa de votar socialista y sin ella el gobierno de la nación es meridianamente improbable. Dicen los politólogos metidos en números que para el PSOE gobernar España bajando del 21 por ciento de intención de voto en Andalucía es matemáticamente imposible. Y esa es la cuenta a tener en cuenta. 

Todo hace indicar que será el congreso de los abrazos internos para darse ánimos porque en absoluto está en debate el liderazgo de Sánchez, al que en una de estas se le cae una manzana y, tras ella, todas para dejar de ser el mago equilibrista: abrazos, arengas y cierre de filas con su cúpula directa, María Jesús Montero y Santos Cerdán, salpicados directa e indirectamente por Aldama. También será el congreso de los ataques, a esa justicia con ciertos hábitos aparentemente tendenciosos contra el presidente y su entorno y, también, contra la máquina del fango. Por supuesto, de fondo el PP, hacedor de todos los males y manipulador último tanto de jueces como de fangos diversos, incluido el valenciano, donde la marca liderada por Feijóo se derrumba porque la gestión no ha podido ser más calamitosa.

El PSOE viene a atacar al PP a la Andalucía de Juanma Moreno. El sondeo publicado por los diferentes formatos audiovisuales, digitales e impresos de Publicaciones del Sur y realizado por Social Data sobre algo más de 2.400 encuestas en las ocho provincias y realizado en un momento especialmente convulso en la vida nacional y cuando la legislatura andaluza acaba de atravesar su ecuador en Andalucía constata una realidad poco discutible: el PSOE-A de Juan Espadas está muy lejos de arrebatarle el gobierno al PP de Juanma, al que ni la sanidad ni la educación le pasan especial factura y cuya única duda radica, a día de hoy, en si renovará su mayoría absoluta actual, porque está en esos límites, o necesitará de Vox, que se alimenta del desencanto ciudadano contra la clase política y, poco a poco, va sumando. Como en Valencia, donde a día de hoy arrasaría. A Vox le sale a cuenta.

La marca Juanma pesa más, bastante más para sus votantes, que la marca PP, por tanto hay un porcentaje considerable de votos prestados al PP por Moreno Bonilla –más de la mitad de los votantes lo hacen por él-; distinto es determinar qué sucedería si éste decidiera afrontar otras lides en el ámbito nacional porque se viera empujado o ante la necesidad de confrontar con Ayuso porque Feijóo, por lo que fuera, no continuara. Tal vez estos votos, por la simple cuestión de que los seres humanos somos animales de costumbres, permanecieran en el PP, tal vez no. Pero este debate es a futuro y el presente lo que dicta es algo bien distinto: Juanma Moreno no tiene rival ni vislumbra peligro hoy pese a que el socialismo nacional venga a abrazarse a escasos metros de San Telmo.

En el limbo electoral está el PSOE-A y, con él, Juan Espadas, que durante estos años al frente del partido no parece haber avanzado ni un metro con respecto a cómo se lo encontró y eso es lo que mueve al sector crítico, que no es escaso, que no tiene nadie de relativo peso que lo lidere, que teme que Sánchez no esté por el relevo e incluso haya podido acordar con el propio Espadas su continuidad y que no se va a enfrentar a una decisión tomada por el presidente, menos con una expectativa electoral como la que refleja el sondeo de Social Data y que nadie dentro del partido –nadie- pone en duda. Claro que las urnas las carga el diablo y de todo puede suceder, incluso que un presidente cauteloso y poco animado al riesgo como Moreno Bonilla decida adelantar para el próximo año porque la cuenta andaluza le cuadre. Aunque de entrada eso no conjuga con su moderado perfil, santo y seña del modelo Juanma.

En el ámbito nacional el sondeo de SD refleja que los andaluces prefieren a Feijóo sobre Sánchez pero con una diferencia de solo 3 puntos, la cual asciende a casi 24 entre Moreno Bonilla y Espadas y con ello queda bastante patente la importancia de los liderazgos por encima, incluso, de las siglas, que sufren en la actualidad un notable deterioro ante la confrontación estéril diaria y la ineficacia en gestión cuando el momento requiere de responsabilidad, diálogo, rapidez y compromiso para defender las necesidades de la gente y la política, por desgracia, ha virado de manera demasiado evidente en un negocio que beneficia, por encima de todo, a los políticos. Y la gente está dejando de creer en los partidos, les arrastra más los líderes en sus vertientes preferidas: aquellos de perfil moderado que no caen especialmente mal a nadie, aquellos justo lo contrario al que aman u odian. El resto vira hacia los extremos y, justo ahí, Vox, el partido que no necesita de liderazgos especiales ni candidatos ni nada y le basta con un discurso radical para ir sumando a los descontentos, que cada día son más. La culpa la tienen los partidos, a quienes el negocio se les está escapando de las manos y a saber qué gobiernos veremos en los próximos años.

Andalucía es conservadoralo cual no significa que sea de derechas. Como tampoco lo es de izquierdas. Ahora se siente cómoda con Moreno Bonilla porque no la perturba y éste, qué duda cabe, lo ha hecho muy bien, fusionando su presidencial imagen con el territorio e intentando, sanidad al margen, fortalecer la imagen de una Andalucía que se moderniza sobre los pilares de sus tradiciones. Para quitarle la rienda habrán de retarle con otro ahínco porque qué duda cabe que de sí ha hecho marca y en sus ratos a solas, tal vez, divague proponiéndose cuentas más elevadas.

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