Recientemente un juzgado ha revocado la sentencia que condenaba por violación a un famoso futbolista y eso ha puesto de uñas a un amplio sector del progrerío patrio, especialmente a los del feminismo más extremista. En los medios de comunicación allegados al gobierno muchos “entendidos” en leyes han señalado que esta decisión judicial es un atentado contra las mujeres y que está claramente en contra de las leyes aprobadas por el actual gobierno de progreso, especialmente la conocida como del “sí es sí”. Incluso la actual ministra de Igualdad dijo a los periodistas que el Tribunal Supremo de Justicia todavía podía pronunciarse en contra de la anulación de sentencia que a todas luces era injusta para el colectivo de las mujeres en general y el movimiento feminista en particular.
Al ataque de la vicepresidenta del gobierno contra la presunción de inocencia yo le contesto con una de sus propias palabras: ¡Mopongo!
En los últimos años los sectores que han promovido las leyes contra la violencia de género han negado sistemáticamente que existan las denuncias falsas. Esto, unido a la criminalización sistemática del colectivo masculino, ha contribuido a una progresiva indefensión de los hombres en el ámbito judicial y ha impulsado una corriente en contra de la presunción de inocencia.
El Tribunal Constitucional (TC) no es un tribunal de justicia (por mucho que algunos quieran hacérnoslo creer), pero aun así se está dedicando a enmendar algunas sentencias dictadas por los auténticos tribunales de justicia contra ciudadanos supuestamente perjudicado por haberse vulnerado sus derechos constitucionales. Así, hace unos meses un juzgado no condenó a un hombre por violencia porque consideraba carente de fundamento la denuncia que le puso su pareja, pero a pesar de todo una integrante del TJ planteó que esa mujer debe ser creída y merece ser considerada víctima de violencia machista con lo que conlleva.
Está claro que la presunción de inocencia es un pilar fundamental de toda sociedad democrática y, además, en España queda clara en nuestra Constitución. Por ese motivo se han alzado tantas voces señalando que cualquier ataque a la presunción de inocencia podría constituir un primer peldaño hacia la implantación de una dictadura (especialmente si lo hace un miembro del gobierno). Pues eso ya ha ocurrido en España, cuando la vicepresidenta del gobierno ninguneó la presunción de inocencia durante un mitin y lo más triste es que no ha tenido consecuencias de ningún tipo. Para colmo esa señora, además de ser desagradable y mentirosa, nos quiere tomar por tontos dando unas disculpas más falsas que un euro de cartón y culpándonos de no haber entendido lo que había querido decir.
Al ataque de la vicepresidenta del gobierno contra la presunción de inocencia yo le contesto con una de sus propias palabras: ¡Mopongo! Fuerza y salud.
Educar para el futuro
¿A quiénes molesta la presunción de inocencia?
Artículo de opinión del Dr. Antonio Monclova Bohórquez, de El Puerto

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