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El Viernes Santo pone guinda a una Semana Santa tan completa como espléndida

Las hermandades del Dulce Nombre de Jesús y Soledad cerraron los desfiles penitenciales en una semana \'redonda\'

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El Viernes Santo dejó una tarde agradable de temperaturas, con más fresco que los días anteriores, pero igualmente magnífica para seguir presenciando en las calles de Arcos la pasión de Cristo; primero con el Dulce Nombre de Jesús desde la parroquia San Francisco acompañado de su Madre de la Quinta Angustia portando al Señor de las Penas, muerto, entre sus brazos. Este paso supone uno de los momentos más trágicos y sobrecogedores de la Semana Mayor arcense por su significado luctuoso. La hermandad puso en la calle un largo cortejo de hermanos de fila vestidos de blanco y rojo, con numerosos niños pequeños como marca la tradición,


La canastilla plateada del paso del Dulce Nombre de Jesús se mostró exornada con claveles rojos y con el Niño vestido de casaca oscura y bordados en oro. Tras él caminaron los músicos de la agrupación de La Sagrada Columna de Écija con sus característicos tricornios. El paso de la Virgen, igualmente decorado con claveles  rojos salpicados de florecillas moradas contó con el acompañamiento de la banda municipal de música Vicente Gómez Zarzuela.


Junto a su salida por el atrio parroquial, la procesión alcanzó su mayor vistosidad a su paso por la Corredera, aun con la luz de la tarde, bajo la mirada de admiración de los arcenses a una de sus sagradas imágenes más tiernas por lo que se representa. En Corredera, autoridades municipales y los miembros del Consejo Local de Hermandades y Cofradías darían desde el palco, como en todos los cortejos, el simbólico permiso para que el desfile pudiera continuar. A partir de ahí, como suele ocurrir cada Viernes Santo, la muchedumbre se separó para dirigirse también al templo de San Pedro, donde a las nueve de la noche partieron los enlutados nazarenos de la Real, Muy Ilustre, Venerable Hermandad del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, Nuestra Señora de la Soledad y el Santo Sepulcro.


Fue la imagen de Jesucristo en su urna de cristal la que abrió el cortejo fúnebre, delante del cual caminó el párroco de San Pedro, el padre Jesús Lozano, y, detrás, la representación tradicional de la Corporación municipal.


Los hermanos de fila, vestidos de negro y blanco, acompañaron con sumo silencio la procesión dado el carácter de duelo del cortejo que cierra la Semana Santa arcense. Detrás, cerrando el desfile, la imagen imponente de Nuestra Señora de la Soledad en su palio, a la que no le faltaron saetas como la que le dedicó junto al casino Círculo de la Unión el conocido arcense ‘Joselito’.
Con la noche, el ambiente de las calles se fue disipando acusando en este sentido tantas horas de procesión desde la madrugada.


Con el Santo Entierro y La Soledad se completó una hermosa Semana Santa que este año, felizmente, ha podido contar diez historias sobre la pasión y muerte del Señor; diez episodios de su martirio que bien han sabido representar las corporaciones de Arcos de la Frontera.

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