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Y pasan los días

Artículo de opinión

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  • Los animales siguen en los tejados... -

Como quien no quiere la cosa, ya ha pasado un mes de confinamiento, de estar en casa y encontrar el único alivio social en el mero hecho de ir a la compra o, con más suerte, al trabajo, si  no es telemático. Son pocos los alicientes que hoy día tiene la población más allá de los que pueda encontrar en casa. La reclusión no es fácil, en primer lugar porque no es una elección, sino una imposición guste o no; porque convivir bajo un mismo techo nunca es fácil y ahora menos cuando se pasa tanto tiempo juntos en casa, cuando es preciso compartirlo todo con los seres queridos. No, el confinamiento no ha terminado, por delante tenemos otra prórroga y posiblemente otra y otra, hasta que el coronavirus deje de amenazarnos cada día y en cualquier sitio.

El regreso a la normalidad será, efectivamente, lento, pero también apasionante porque nos asomaremos a un nuevo mundo cuyo sentido de la protección ha cambiado para siempre. Ahora que los políticos andan enzarzados con las medidas y los reproches, cabría hacernos una reflexión sobre el papel que como ciudadanos y personas autónomas debemos desempeñar. Y qué mejor papel que regresar con todo nuestro empeño al trabajo con el sentimiento ancestral de “levantar el país”, y eso solo se puede hacer a base de trabajo y sacrificio, y no dejarlo todo en manos de quienes nos gobiernan porque ya sabemos hasta dónde pueden llegar.

Por eso, pensamos, deberíamos olvidarnos del verano placebo y convencernos de que este año no habrá vacaciones, ni para niños ni para nadie, porque de nuestra capacidad de remontada dependerá nuestro futuro más inmediato.  

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