A pesar de haber visto en innumerables ocasiones cómo hay personas que se dedican a distraer mercancías en los comercios, la visión no deja de sorprender e inquietar. Las imágenes, obtenidas a través de las cámaras de seguridad de los propios establecimientos no dejan lugar a la imaginación y siguen un patrón de lo más parecido. Ya sea en una tienda de textiles, droguerías o alimentación, el ratero actúa con frialdad y como si con él no fuese el asunto, como si no fuese el protagonista de una película de malhechores en tiempo real y con la tranquilidad que le otorga un blando ordenamiento jurídico penal en lo que a la figura del hurto se refiere. Raro es que un delicuente de éstos rebase la cuantía de los 400 euros en uno de sus golpes.
Que la cosa está apurada no es novedad y que hay hurtos en las tiendas se sabe, pero cuando toca de cerca la cosa cambia.
Maoguang Chen Zheng, conocido como Maiko y propietario del supermercado Covirán de la Avenida de Portugal de la capital, recién desvalijado, puso en conocimiento de este medio cómo este pasado domingo entre las 18.00 y las 18.15 horas, una mujer treintañera se dedicó a limpiar algunas de las estanterías de su establecimiento mientras sus cámaras de seguridad la filmaban.
Maiko, nacido en China, residente en Cádiz desde hace más de 17 años y familia de los hosteleros del restaurante China Town, declara que ni él ni su mujer se dieron cuenta del hurto, aunque eso sí, cinco horas después del mismo presentaron su correspondiente denuncia en la Comisaría de Policía.
A pesar de que el supermercado está protegido con ocho cámaras y un enorme monitor a la entrada del mismo emite las imágenes de cada una de ellas sin descanso como objeto disuasorio, la mujer pillada se llevó, y constancia de ella queda en las imágenes, objetos que para nada quitan el hambre y sí son fácilmente vendibles.
Así, conviene dar las marcas de lo distraido, ya que la cliente que no lo fue se llevó en sus alforjas dos envases de gel Dove, uno de champú Timotei, dos tarros de desodorante Axe, un tarro de Nescafé de gran formato y varias lastas de conservas. Todo lo cual tendría un valor de unos 30 euros. En sí, una falta de hurto visto por el código penal y un motivo de intranquilidad y de rabia para este comerciante chino que clama por que las cuantías de los pequeños hurtos se acumulen para que los delincuentes no queden impunes como hasta ahora se lo ha permitido la legislación española